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El legado de Mandela

Quién sabe si el escaso aliento de vida que le queda al...

7 de julio de 2013 Por: Patricia Lara

Quién sabe si el escaso aliento de vida que le queda al Premio Nobel de Paz sudafricano, Nelson Mandela, le permita cumplir el próximo 18 de Julio 95 años.Se encuentra herido de muerte por una severa afección respiratoria que agobia a sus pulmones, debilitados por los 21 años de prisión que pasó en esa humillante y húmeda celda de la cárcel de Robben Island y por los 6 que duró incomunicado en El Cabo, en la prisión de alta seguridad de Polismoor.Pero así como en esos 27 largos años su aparato respiratorio se minó, su espíritu se fortaleció hasta el punto de que, después de levantarse en armas contra la segregación y la opresión en que el régimen de los blancos tuvo a los negros de su país, en la cárcel ganó la principal de sus batallas: llamar la atención del mundo sobre el horror del apertheid, ese sistema que les impedía a los negros estar en los mismos lugares que los blancos, estudiar en sus escuelas, montarse en sus buses, recibir en los hospitales similares cuidados y casarse con ellos.En agosto de 1990, seis meses después de que se decretara la liberación de Madiba, como lo llaman cariñosamente, su movimiento, el Congreso Nacional Sudafricano, ANC, renunció a la lucha armada, y Mandela asumió la presidencia del partido y emprendió negociaciones con el Primer Mandatario De Klerk, las cuales condujeron, en el año siguiente, a la abolición del apertheid; la convocatoria, en 1992, de una asamblea constituyente; y la celebración, en 1994, de las primeras elecciones libres de Sur África, en las que Mandela fue elegido Presidente con el 62% de los votos.Pero luego vino la etapa más difícil: la de enseñarles a los suyos a perdonar y a convivir en paz con aquellos que tantos vejámenes y tan horribles humillaciones les habían provocado: le fue muy complicado a Mandela conseguir que los de su raza abandonaran su deseo de venganza y entendieran que él repartiera los puestos del gobierno con sus enemigos. Pero él les mostró que el perdón era posible y, así, también conmovió a sus enemigos y los llevó a respetar su figura y a admirar su lucha.En momentos en que en Colombia el Gobierno y la guerrilla negocian la paz, la vida y la obra de Mandela deben erigirse como ejemplo para todos: para los insurgentes, quienes ojalá se inspiren en él e imiten su capacidad de negociar, de conciliar con sus enemigos, de no aspirar a imposibles y de unir a su país en torno al perdón y a la capacidad de todos de aceptar las diferencias y las discrepancias para convivir en paz. Para el Presidente y los miembros del gobierno, quienes bien vale la pena que tengan en cuenta cómo alguien que se levantó en armas contra el régimen, y que fue encarcelado y proscrito, puede ser un ser humano digno de admiración y respeto, y erigirse en un líder descomunal. Y para el país en general y, en particular, para aquellos de uno y otro bando que aún no han logrado perdonar los sufrimientos que les han causado sus enemigos, la figura de Mandela puede llegar a ser ese ejemplo de vida que, si lo miran bien, y logran inspirarse en él, los llene de paz.¡Sí, pocos seres humanos han dejado y dejarán la huella indeleble de perdón, de inclusión, de reconciliación y de calidad humana, que en la historia ha dejado el exguerrillero-ex presidente Nelson Mandela!