Columnistas
¿Para quién el desamargado?
El Valle es territorio dulce, cálido y solidario. ¿Por qué lo olvidamos? Entonces, si el ‘experimento’ da resultado con la naranja, la breva, el mamey, el limón, ¿por qué no intentarlo con un corazón resentido?
Creo que la amargura es uno de los peores males del ser humano, porque no mata ni invalida, pero fabrica una atmósfera constante de mala energía. Es como estar en un basurero: para donde quiera que te desplaces, siempre está el mal olor, el mal ambiente. “Se llenó de amargura mi alma. Y en mi corazón sentía punzadas”. “Amargura: pilkria, palabra griega que significa punzante, específicamente veneno, atravesar, perforar, amargo.
Es decir, que una persona con amargura en su corazón, literalmente destila veneno, perfora el alma de las personas con sus palabras, es punzante como un cuchillo, y sobre todo, su sabor es amargo. Es una forma de depresión donde el amargado se enfoca negativamente en su mundo, pensando que ha sido tratado injustamente, actitud que va acompañada de resentimiento y deseos de venganza. Porque la amargura es falta de perdón, el resultado de un resentimiento. Llevar el dolor día tras día, año tras año, sin poder perdonar y guardar todo como si fuera la primera vez. La amargura es así, tiene buena memoria”.
Más definiciones: La amargura siempre critica, se queja todo el tiempo, si está bien o está mal, no importa. La amargura maldice, hace perder el ánimo. Podríamos continuar y la lista sería interminable porque es como veneno: todo lo contamina. Entonces, un completo diccionario de emociones y consecuencias nefastas para la salud física y emocional. Al amargado se le nota hasta en la cara. Una carga en el ánimo que traspasa al cuerpo y al ambiente. ¡Y contagia! ¿Te reconoces portador de la amargura?
Pero a Kiko Becerra se le ocurrió el antídoto. En términos de covid, la vacuna fue la salvación porque detuvo la epidemia. El Dr. Becerra recordó cómo en el Valle también tenemos la vacuna contra la amargura. En nuestra dulce tradición, las frutas cítricas se desamargan. El Valle es territorio dulce, cálido y solidario. ¿Por qué lo olvidamos? Entonces, si el ‘experimento’ da resultado con la naranja, la breva, el mamey, el limón, ¿por qué no intentarlo con un corazón resentido? ¿Por qué no suprimir el amargor? “Esta alquimia se debe ir cociendo a fuego lento e ir probando la textura de las frutas para que, ni queden duras, ni se deshagan. Con paciencia y con cuchara de palo se va batiendo suavemente”.
Continúa Kiko: “Pienso que, así como el dulce desamargado alegra la navidad de la comarca, sería muy bueno que muchas personas desamarguen su visión sobre nuestro terruño y empiecen a ver el lado amable del entorno en que vivimos. ¿Se imaginan lo bueno que sería que, aquellos que todos los días transmiten amargura, comunicando personal o virtualmente temas amargos, cambiaran su chip y empezaran a ver también las cosas maravillosas que nos rodean? Los invito a una navidad con mucho desamargado en la mesa y con muchos desamargados mentalmente para que, con optimismo y sin amargura, saquemos lo mejor de nosotros para superar valientemente las turbulencias que se presentan”.
Entonces, intente simbólicamente con nuestro dulce vallecaucano, a equilibrar la mirada y el sabor de la vida. El amargado es venenoso y peligroso porque contamina y contagia. Húyale como si fuera un virus y si se siente en peligro porque se le está pegando no se olvide del remedio: regalar un frasco de desamargado. De pronto capta el simbolismo.
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