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Un caso delirante

Así que Delirio optó no por reinventarse sino por pensarse en profundidad, no para hacer pequeños ajustes cosméticos sino para rastrear en el ADN de su marca el paso a seguir.

11 de julio de 2021 Por: Paola Guevara

Resulta admirable la forma en que Delirio se ha reformulado, tras el reto monumental de estar un año y medio a carpa cerrada, lejos del público, lejos de los aplausos.

Como tantos emprendimientos culturales cuya razón de ser era el encuentro con el otro, difícilmente reemplazable con la experiencia virtual, sobrevivir a la pandemia ha sido la primera hazaña.

Es difícil cambiar lo que está bien inventado desde su origen, como es el caso del espectáculo de baile y circo que atrae a los amantes de la salsa con un show no solo vistoso sino bien sustentado desde lo antropológico y responsable desde lo social.

Así que Delirio optó no por reinventarse sino por pensarse en profundidad, no para hacer pequeños ajustes cosméticos sino para rastrear en el ADN de su marca el paso a seguir.

Tuve la oportunidad de presenciar, como testigo externo, las interesantes sesiones de lluvia de ideas; las propuestas surgidas de todos los integrantes de Delirio, que ahora dan como resultado el Paseo de la Aurora.

Justo ayer decidí pasar a conocer lo que han logrado, y me encontré con un parque temático donde el eje sigue siendo la salsa, pero convertido en un escenario familiar al aire libre, que convoca a varias generaciones sin dejar a nadie por fuera.

Con zona para picnic y restaurantes, vivero, café, tienda de regalos, pero también con espacio para shows y clases de salsa, en coherencia con su concepto original.

A cada paso se van abriendo como flores las sonrisas de los bailarines, y en ellas se adivina ilusión. Ilusión porque el nuevo esquema funcione.
Ilusión porque más caleños se sumen a la experiencia. Ilusión por volver a trabajar cerca del público, sin perder de vista la bioseguridad aprendida.

Ilusión por seguir haciendo de la alegría y el ritmo, dos cosas tan caleñas como la dulzura, una forma de vida viable hoy y a largo plazo.

Toda mi admiración por Andrea Buenaventura, motor de Delirio, y una de las voces críticas que desde el primer momento de la pandemia presentó porpuestas, alternativas, ideas al Ministerio de Cultura, que por supuesto no fueron oídas en su momento.

Ideas que no solo iban planteadas en nombre de Delirio sino de todo el sector cultural que bien conoce, a fuerza de vivirlo desde la cuna, estudiarlo desde la academia y sufrirlo desde la realidad del emprendimiento. Pero nada ni nadie detiene a los que sueñan y trabajan sin rendirse. Por eso, buen viento para Delirio y su Paseo de la Aurora.
Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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