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Los X

Quién iba a pensar que volvería a estar de moda la gente cuyos influencers fueron Carl Sagan, Jacques Custeau, Dian Fossey

26 de junio de 2022 Por: Vicky Perea García

Leí con sorpresa, en un informe sobre tendencias globales, que cada vez más empresas y reclutadores de talentos contratan personas de la llamada Generación X, es decir los nacidos entre 1965 y 1985.

Personas laboralmente activas que hicieron tareas en máquina de escribir y vivieron el paso al computador. Amantes del papel y migrantes a las pantallas de todo tipo. Análogos y digitales en un solo empaque corporal, dos hemisferios del tiempo por el precio de uno.

Quizá los últimos que aprendieron en la escuela qué son las agudas, graves y esdrújulas, a falta de correctores ortográficos automatizados. Los últimos que perdían el año, y debían repetirlo entero. Los últimos a quienes sus padres dijeron “la única herencia que voy a dejarte es el estudio”.

Quienes vivieron la caída del Muro de Berlín, el final de la Guerra Fría, el advenimiento de la Perestroika; la muerte de John Lennon, el lanzamiento del ‘OK Computer’ de Radiohead. La generación de los saltos cuánticos, Betamax a VHS, Atari a Nintendo, Walkman a Spotify; Pac-man y Space Invaders a GPS y redes sociales. Con la correspondiente obsolescencia programada de todo cuanto quisieron dominar y, por tanto, entrenados en la fugacidad del conocimiento.

La reducción a partículas de las instituciones que conocieron inamovibles e incuestionables, les convirtió en autodidactas del desprendimiento y, quizá, en observadores menos fanatizados, en ganadores menos triunfalistas, en perdedores menos tremendistas.

Quién iba a pensar que volvería a estar de moda la gente cuyos influencers fueron Carl Sagan, Jacques Custeau, Dian Fossey y sus gorilas en la niebla. Los que en el amor no dejan los chulitos en visto para mostrarse importantes. Los que todavía aspiran al embeleco de amor eterno.

Varias taras generacionales les acechan, como una fe inamovible en la autoexplotación y una concepción del prestigio asociado a lo ocupacional. Trabajo duro, luego existo.Gente a la que le dijeron que no existían los atajos, o que había que seguir un protocolo del merecimiento. A diferencia del hoy, cuando se puede amanecer un día fotógrafo, al otro nutricionista, al siguiente periodista, y el jueves politólogo experto.

Al parecer comienza a cambiar el precepto que inspiraba los clasificados de empleo, según el cual la juventud era el criterio rector y el factor decisivo en las contrataciones laborales. Comienzan a valorarse ciertos modos de ser, hacer y permanecer, ahora en desuso.

Como el signo arábigo de la arroba @, cuyo origen los historiadores sitúan en el Siglo XV y hoy es usado a diario en cada correo electrónico, para estar de moda solo hace falta esperar. A veces décadas. A veces, varios siglos.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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