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La ‘frivolidad’ de la moda

“Y a ti, que eres una mujer inteligente, ¿por qué te gusta la frivolidad de la moda?”. Lo preguntan como si un médico no pudiera creer en Dios, como si un músico clásico no pudiera disfrutar una cumbia, como si un chef no pudiera comer una hamburguesa en la calle cuando le plazca.

25 de abril de 2017 Por: Paola Guevara

“Y a ti, que eres una mujer inteligente, ¿por qué te gusta la frivolidad de la moda?”. Lo preguntan como si un médico no pudiera creer en Dios, como si un músico clásico no pudiera disfrutar una cumbia, como si un chef no pudiera comer una hamburguesa en la calle cuando le plazca.

Palabras como ‘liviano’, ‘frívolo’ ‘light’, ‘superficial’, son usadas a veces como un látigo que busca minimizar a priori la exploración estética como una forma válida -al lado de tantísimas otras- de aproximarse al mundo y darle sentido.

Portamos la tara de la formación cartesiana tradicional, la obsesión por desligar ‘lo duro’ y ‘lo blando’, el machismo endémico que valida ciertos campos del saber y menosprecia otros de naturaleza más sutil y, quizá, el complejo de nuestra colombianidad joven y marginal, que se siente ajena a los discursos centrales de la cultura.

Nunca he logrado entender por qué la pasión por la moda a algunos les parece incompatible con la inteligencia, con la capacidad de ser pensante y profundo. Como si la moda no fuera un idioma más, una forma más de comunicar, como si no fuera otro campo de exploración de la complejidad de la individualidad y de la historia personal; como si la moda no sintetizara la historia del mundo, de las ideas políticas, de las rupturas culturales y de las reivindicaciones sociales.

Recuerdo cuando estudiaba una maestría en literatura en Bogotá y éramos sólo tres periodistas inscritas en medio de una legión de brillantes literatos, que nos preguntaban en qué sección de farándula de qué noticiero trabajábamos, porque no podían creer que estar interesado en la obra del teórico ruso Mijaíl Bajtín tuviera conexión alguna con estar vestido de cierta manera que fuera más allá de lo funcional. Y sí, sacamos diez en Bajtín.

Por eso celebro (cuando estamos ad portas de los 30 años de la Feria del Libro de Bogotá) la aparición de un libro titulado ‘Mujeres vestidas’, de Vanessa Rosales, historiadora de la Universidad de Los Andes, magíster en periodismo en el diario argentino La Nación y con un máster en historia y teoría de la moda en la prestigiosa escuela de diseño Parsons, de Nueva York. Toda una intelectual de la moda.

Leerla libera de taras y nos recuerda que “a pesar de su conexión ineludible con las superficies, la moda es una forma de leer, en el tiempo, las transformaciones que han vivido las mujeres en el último siglo y medio, lo que es posible para ellas, y lo que hoy, como hijos de una época, se nos antoja natural”. Lo recomiendo a ojo cerrado.

Sigue en Twitter @PGPaolaGuevara

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