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El video de doña Gloria

Si hay algo que mida qué tan conectada está la gente con...

10 de febrero de 2011 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Si hay algo que mida qué tan conectada está la gente con un tema es el revuelo que el mismo suscita en las redes sociales. Y allí, en ese universo digital por el que a diario deambulan millones de personas en el mundo, existe un caudal inmenso de historias que contar, noticias que publicar, imágenes que comentar. Sería inútil tratar de ignorar lo que allí ocurre. Como inútil es creer que todo lo que allí está debe salir y replicarse en los medios masivos de comunicación, para terminar convirtiendo en héroes o villanos a los protagonistas del día en la red. Como ocurrió con el video de doña Gloria, ‘la llorona del metrocable’, que muestra la histeria de una mujer de 44 años, del barrio Campo Valdez de Medellín que, presa del vértigo que le produce la altura, no para de pronunciar cuanta grosería existe durante su ‘viaje extremo’.Tras consultar con dos expertos en redes sociales, Víctor Solano y Nicolás Martínez, queda muy claro que este ‘fenómeno viral’, como ellos lo llaman, se propagó por el momento de ocurrencia (concluyendo semana laboral), cuando la gente busca divertirse. También, que “las redes son poderosos motores para que alguien del común se convierta en efímera celebridad global digital”. De acuerdo: más de 100.000 visitas en youtube, tres páginas de facebook con un promedio de 30.000 seguidores cada una; permanencia por varios días en el top 10 de twitter... Con quienes disiento totalmente es con aquellos que hicieron del video un episodio digno de replicar en medios de comunicación, con el argumento alegre de que “eso es de lo que está hablando la gente”. Entonces, doña Gloria fue entrevistada en emisoras y a muchos les pareció graciosísimo repetir una y otra vez las frases soeces, que la señora de Medellín pronunció de manera espontánea en sus tres minutos en el metrocable. Terrible. Como terrible fue que muchos tildaran a doña Gloria de ser la digna representante de la cultura paisa y reflejo de nuestra sociedad colombiana, cosa que creo nunca estuvo en los planes de quienes grabaron y publicaron las imágenes y que dramatiza la intención del mismo.En resumen, muy lejos de satanizar el video que nos hizo reír a muchos, o de convertir en la mala del paseo a doña Gloria, la inquietud va más en el sentido de qué uso le estamos dando a lo que circula en las redes. Ya hemos visto grandes fenómenos como la agitación social en Egipto, la ola de seguidores de Obama, la locura por Susan Boyle (cantante inglesa) o por Justin Bieber (ídolo canadiense). Pero lo que mucho me temo es que la agilidad con que avanzan las redes no es la misma con la que estamos distinguiendo lo que es y no es apología. Ojalá la rapidez de los ‘fenómenos virales’ no nos nuble la razón.