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El agresivo tercer pico

Y ni qué decir de los avispados o despistados que se fueron a vacunar cuando aún no les tocaba y se toparon con la suerte negligente de quien les aplicó la dosis sin que aún les correspondiera

7 de abril de 2021 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Por más que nos advirtieron, se nos vino el tercer pico. Que la reunioncita entre los que nos estamos cuidando, que qué pereza el tapabocas, que el protocolo no sirve, que la fiestica suave, que no pasa nada. Nos entró por un oído y nos salió por el otro. Y ahora, tenemos ciudades como Medellín en extrema alerta, sin camas UCI y en toque de queda total desde hoy y hasta el lunes. Y otras como Barranquilla con una ocupación UCI superior al 90%, Santa Marta en 89% y Bogotá con altísimos contagios. Tampoco es que en Cali estemos como para echar voladores al aire, porque la velocidad de contagio aumentó (1.15), la ocupación de las UCI está en 82,1% con 924 pacientes, de los cuales 428 tienen covid, pero vamos menos graves.

A estas alturas de una pandemia que parece eterna, no creo que estuviese en los planes de nadie hablar de un tercer pico. ¿Pero por qué llegamos a este punto? ¿Es nuestra idiosincrasia fiestera y desordenada? Hemos visto de sobra los desórdenes, las imágenes de aglomeraciones en Semana Santa y las rumbas ilegales. Pero también es cierto que lo que aquí ocurre pasa en muchos países del mundo, incluso, los que han vacunado más que el nuestro como Chile, donde a pesar de su organización y compra temprana de las vacunas hoy está de nuevo con estrictas medidas para frenar los contagios. En Brasil, la cifra de muertos sigue siendo alarmante. En la Unión Europea tampoco pueden cantar victoria, el tercer pico hace rato llegó y las vacunas van a paso de tortuga.

Volviendo a la tierrita, a este agresivo tercer pico se le suma que hay un incremento de menores de 50 años en las UCI y con dolencias más complejas. Lo han dicho las mismas autoridades de salud del Valle con preocupación, pero también con un dejo de regaño que traduzco:
“¿vieron? se les ha dicho que se cuiden en serio, que esto no solo afecta duro a los mayores”.

Y ni qué decir de los avispados o despistados que se fueron a vacunar cuando aún no les tocaba y se toparon con la suerte negligente de quien les aplicó la dosis sin que aún les correspondiera, como lo denunció la Secretaria de Salud del Valle, ocurrió con 267 personas menores de 70 años.

Con todo este panorama, lo que nos debe quedar claro es que para que este tercer pico no nos deje sin aliento nos toca es comprometernos en serio, porque la cosa tiende a estar más peliaguda que en julio y diciembre. Al Gobierno le corresponderá agilizar la vacunación, que por más que nos digan que va bien, va muy lenta. A las autoridades de Salud les toca continuar informando con claridad y orientar a tiempo si se requieren más medidas. Y a la adolescente, al treintañero, a la mamá y al abuelo, que entendamos que esta enfermedad se contagia en un suspiro y si algo no sabemos es cómo va a reaccionar su organismo frente a ella.
No esperemos a que una UCI o incluso la muerte nos obligue a tomar conciencia, frente a la severidad de una dura pandemia.
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