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Valentina y el asesino

En lo que sí debemos trabajar es en cómo evitar que otras ‘Valentinas’ caigan en las redes de otros ‘John Poulus’

5 de febrero de 2023 Por: Vicky Perea García

Si en el buscador de Google se escribe el nombre de Valentina Trespalacios, la joven asesinada por John Poulus el 22 de enero en Bogotá, aparecen más de 23 millones 700 mil contenidos.
Impresionante. Un hecho extremadamente mediático y comentado por las características del mismo: un crimen, un cuerpo sin vida en la basura, una mujer bella, la rumba electrónica, un gringo, Tinder, cirugías, tucibí, chats, videos, dinero, un tercero, la amiga informante, la mamá, el detective, el abogado, la crítica, la moral.... el morbo en toda su expresión. Más allá del escenario que juzga y condena con tanta facilidad, en esa virtualidad en la que se dice de todo, hay dos puntos sobre los que al decantar y analizar el caso vale profundizar: Valentina y el asesino.

1. Valentina: víctima de feminicidio, expresión que proviene del neologismo femicide usado por Diana Russell, que referencia a los asesinatos de mujeres por su condición de género y que se escuchó por primera vez en 1976. En español se usa femicidio y feminicidio, siendo Marcela Legarde quien lo extendió en Latinoamérica. En Colombia, está tipificado como un delito autónomo por la Ley 1761 de 2015, conocida como Ley Rosa Elvira Cely.

Aterra saber que tanta gente justifique el asesinato de Valentina Trespalacios, como en su momento pasó con el de Rosa Elvira y otras más. No fue su culpa, pero esa es otra de las cosas normalizadas en la cultura patriarcal: las mujeres cargan con la culpa. En lo que sí debemos trabajar es en cómo evitar que otras ‘Valentinas’ caigan en las redes de otros ‘John Poulus’, asesinos en cocción que buscan afecto en aplicaciones. Y resulta ingenua y soberbia la posición de salir a vociferar que todas tenemos derecho a hacer lo que nos dé la gana y que no nos manden a cuidarnos, como si viviéramos en Neverland.

No subestimemos ni alimentemos un asesino. Hay que tomar distancia, medir los riesgos. Y eso es muy distinto a justificar el feminicidio; es ser conscientes de que hay hombres que matan, convencidos de que están en su derecho, porque fueron humillados en su hombría. Fíjense el horror de frase que salió de las audiencias: “John vino a Colombia a amar, no a matar”, según el abogado defensor. ¿En serio? No romanticemos un asesinato cruel. Pero tampoco romanticemos la idea de que nadie puede hacernos daño, porque ello no va a ocurrir. Son muchos los avances en la lucha contra las violencias machistas. Pero eso es distinto a que hayan desaparecido.

2. El asesino: Dicen que no hay un perfil para dectectar a un agresor de mujeres. Pero sí hay algunas señales que pueden ayudar y para ello se masifican los violentómetros (reglilla que advierte los riesgos) en ciudades como esta donde ocurren tantos (esta semana se halló el cadáver de Yuli Loaiza en el río Cauca y su familia cree que su expareja estaría detrás del crimen). En el análisis ‘Sicología del hombre que ejerce violencia sobre su pareja’ de Juan Vargas Sánchez, se explica que dichos hombres coinciden en características como: presentan una concepción sexista y misógina que se manifiesta en la necesidad de control y dominación. Presentan dificultad para expresar sus emociones y eso acumula la rabia. Tienen un concepto negativo de sí mismos. Ejercen control sobre los espacios y contactos sociales de su pareja. Tienen necesidad de obtener aceptación y no ahorran en maneras de lograrla. Y, finalmente, no sienten culpa, no se responsabilizan del acto violento cometido o inculpan a la mujer. ¿Les suena?

John Poulus es un hombre divorciado, que según dijo su exesposa tenía comportamientos violentos, no responde por sus tres hijos (mal padre) y dejó a su familia en Estados Unidos sin nada. Hay demasiados aspectos en este caso que merecen un análisis serio. Y es ahí donde la familia, el Estado y la ley deberíamos enfocar nuestros esfuerzos, a ver si nos sacudimos del morbo y empezamos a prevenir, a educar y actuar. 

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AHORA EN Paola Andrea Gomez Perafan