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El covid no tiene IVA

Si este fuera un país serio estaríamos pensando en tener no uno, sino 365 días sin IVA.

26 de junio de 2020 Por: Ossiel Villada

Según la OMS, el periodo de incubación del coronavirus Covid-19 es de 2 a 14 días. Es decir que solo el próximo viernes 3 de julio sabremos con total exactitud cuál fue el impacto que nos dejó, en materia de contagios, la desastrosa jornada del día sin IVA que se realizó el pasado viernes 19 de junio en todo el país.

Y justamente ese día, según ha ratificado el Gobierno, los colombianos estaremos asistiendo a una nueva jornada presencial y virtual de compras sin IVA. La segunda de tres que se han previsto para este año.

Es decir, volveremos como si nada a la gran ‘fiesta’ del contagio masivo, sin ni siquiera saber a ciencia cierta de qué tamaño fue el ‘guayabo’ que nos dejó la 'fiesta' pasada. En Cali por lo menos ya tenemos una primera idea: cinco contagiados estuvieron ese día en la calle, felices en el ‘shopping’, según confirmó ayer la Secretaría de Salud.

Pero eso somos. De ese tamaño son la estupidez y el ‘importaculismo’ típico de un país que históricamente se ha escudado en una imagen religiosa para no asumir ninguna responsabilidad frente a su destino. Si el Sagrado Corazón de Jesús hablara, estoy seguro de que ya se habría mamado del “En vos confío” y hace rato nos habría denunciado penalmente por abuso de confianza.

Lo que pasó no se entiende, es absurdo, no tiene lógica. Casi todo un país —liderado por sus propios gobernantes—, se lanzó masivamente a la calle a comprar televisores en el momento más crítico de la peor crisis sanitaria del último siglo. Lo hizo justo cuando la curva de contagio va en ascenso acelerado. Lo hizo aunque previamente había guardado una cuarentena de tres meses. Lo hizo aunque la  humanidad no ha logrado encontrar ni la primera arma para enfrentar a un virus letal. Lo hizo pese a tener un desbaratado sistema de salud a punto de colapsar. ¡Lo hizo y con toda razón fuimos el hazmerreír del mundo!

Y no hay que ser adivino para advertir que algo similar pasará el próximo viernes. Ya el Gobierno descartó la idea de hacer una jornada 100% virtual y dijo que bastará con que en los almacenes se pongan unas marcas adicionales en el piso, unos horarios ampliados y unos cuantos frascos más de antibacterial, porque por arte de magia todos vamos a tener ahora sí un comportamiento ejemplar.

En realidad, no me causa ninguna sorpresa ese particular manejo de la pandemia ‘a la colombiana’.  Es lo mismo que hacemos con todas las manifestaciones, ideas y expresiones del mundo globalizado. El alma de este país tiene una necesidad enfermiza de 'platanizarlo'  todo e interpretar el mundo no de la forma en que es, sino de la forma en que mejor nos conviene, así sea la más retorcida.

Entonces ‘platanizamos’ por completo este asunto y en menos de nada pasamos de la etapa del “aislamiento inteligente” —que nos daba tanto ‘charm’—, a la etapa folclórica de “lo que fue, fue”. Y para resolver el asunto con la mal llamada 'malicia indígena' empezamos a echarnos mentiras.

¿O cómo más se explica que el presidente Duque salga como si nada a anunciar que extiende hasta el 15 de julio una cuarentena obligatoria que él mismo desmontó hace rato? ¿O cómo se entiende que el Alcalde de Cali anuncie cada semana un nuevo toque de queda que sabe que no puede hacer cumplir?

Sí, el onanismo intelectual es un deporte nacional y por estos días se practica en todos lados: en los fríos salones de la Casa de Nariño de Bogotá y en las calles polvorientas de la Colonia Nariñense de Cali.

Cada quien, a su manera, se dice las mentiras que más le sirven para hacer lo que se le viene en gana, así no sea lo correcto, y justificarse. No pasa nada si atiborramos a la gente en los pasillos de Alkosto o si armamos una rumba de 500 personas en las calles del Distrito de Aguablanca. Nos creemos inmortales, juramos que lo estamos haciendo muy bien y nos convencemos de que aquí no va a pasar nada.

Y eso mismo pasa con el famoso día sin IVA. Desde el Gobierno y algunos sectores empresariales se ha vendido la idea de que esos tres días son indispensables para sacar al país de la recesión en la que ya estamos, pero esa es una verdad a medias.

Porque el consumo de los hogares es solo una de las cinco variables que determinan el comportamiento del PIB. Y no basta con mover solo esa para reactivar una economía que hoy está seriamente averiada por un shock externo que impacta a todo el planeta de forma insospechada.

Aquí se va a necesitar generar más inversión privada, más exportaciones y, sobre todo, un mayor y más eficiente gasto del Gobierno, si queremos que la economía vuelva a respirar en algún momento.

Pero de eso no se habla aquí. Si este fuera un país serio, estaríamos pensando en tener no uno, sino 365 días sin IVA. Porque no se puede seguir cargando a los más débiles y a los que a duras penas logran sacar adelante a sus familias, la responsabilidad de financiar el enorme hueco fiscal del Gobierno.

Si este fuera un país serio no estaríamos hablando de salir a vender como arroz electrodomésticos fabricados por multinacionales chinas, japonesas, gringas y coreanas, sino de bajarles impuestos a las empresas nacionales y facilitarles mayor acceso a bienes de capital para que pudieran producir más y generar más empleo.

Si este fuera un país serio ya estaríamos definiendo cómo gravar más los enormes patrimonios de unos cuantos multimillonarios intocables que podrían aportar mucho más, pero salen ganadores de cada reforma tributaria. 

Si este fuera un país serio ya estaríamos apostando por darles mayores incentivos a los miles de campesinos que nos han permitido sobrevivir en esta cuarentena, para que no se les pierdan sus cultivos. 

Y estaríamos pensando en cómo utilizar el teletrabajo que nos tocó asumir a la fuerza para poner en marcha una revolución tecnológica que impulsara a esos miles de emprendedores que brotan silvestres en nuestras universidades.

O sea, si este fuera un país serio estaríamos aprovechando la oportunidad para hablar sobre cómo generar y redistribuir mayor riqueza para todos. Que es una manera técnica de apostar por la vida.

Pero no es así. Aquí seguimos hablando de cómo enloquecernos más vendiendo televisores. Y de cómo ser más efectivos para invitar a la muerte a la fiesta del contagio. Después de todo, el covid no tiene IVA.

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