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Dilian vs. Armitage

El mismo día, y a la misma hora en que ambos botan fuego a través de los medios y las redes sociales, una balacera durante un frustrado atraco deja cuatro muertos y un herido en el nororiente de la ciudad.

1 de noviembre de 2018 Por: Ossiel Villada

El ‘espectáculo’ no podría ser más deplorable. El Alcalde de Cali y la Gobernadora del Valle se transan públicamente en una pelea absurda por el tema de la seguridad en la capital vallecaucana. Se acusan mutuamente. Se cuestionan. Se ponen límites. Suben la voz.

El mismo día, y a la misma hora en que ambos botan fuego a través de los medios y las redes sociales, una balacera durante un frustrado atraco deja cuatro muertos y un herido en el nororiente de la ciudad.

Todo eso pasa el mismo día en que las autoridades locales han madrugado a ‘sacar pecho’ porque acabamos de cerrar el mes con menos muertos de los últimos 26 años: 76 homicidios en octubre.

Todo eso pasa horas después de que miles de padres de familia han tenido que volver a casa con sus hijos presas del pánico, porque miles de motos en caravana sembraron el miedo en las calles y avenidas de la ciudad durante la celebración de un Halloween caótico.

Todo eso pasa pocas semanas después de que la Justicia encargada de castigar a los delincuentes que azotan a esta ciudad se quedara sin un lugar dónde cumplir su tarea con dignidad y eficiencia.

Todo eso pasa mientras a muchos caleños que regresan a su casa en la noche, o caminan en la mañana hacia su trabajo, se les aparecen en cualquier semáforo delincuentes armados dispuestos a todo para robarles un celular, un bolso, unos cuantos pesos en efectivo.

Y todo eso pasa en una ciudad donde lo que parece imperar cada vez más es la ley de la selva, y donde cada vez es más justificable el lema de “sálvese quien pueda”.

Así están las cosas. Unas pocas horas bastaron ayer para desnudar la triste realidad en la que estamos inmersos hoy los habitantes de la antigua ‘Sucursal del Cielo’.

Porque este show de “zongo le dio a borondongo y borondongo le dio a Bernabé” entre las dos cabezas del poder público regional solo sirve para decirles a los delincuentes que pueden estar tranquilos. Mejor dicho, apague y vámonos.

Si son sensatos, si no quieren quedar como un ‘zapato’ ante los caleños y, por encima de todo, si tienen claro para qué los elegimos, Armitage y Dilian tienen que salir hoy mismo a ‘desmovilizarse’ y firmar un ‘acuerdo de paz’.

La Gobernadora debe admitir que en su discurso falta reconocimiento a los grandes esfuerzos que Armitage ha hecho para construir la única solución posible a este problema en el largo plazo: inversión social. Y debe admitir que resulta muy complejo que los caleños aportemos el grueso de la sobretasa de seguridad creada por ella, pero veamos aquí muy poco retorno de esos aportes.

El Alcalde debe admitir que la Gobernadora también es una ciudadana caleña y, como tal, lo único que ha hecho es expresar el mismo miedo que hoy sentimos todos.

Sobre todo cuando, no hace poco, su propio jefe de seguridad fue asesinado en un intento de atraco en Cali. Y cuando a pocas cuadras de su oficina fue descubierto un vehículo en el que, además de un poderoso arsenal, había fotografías de ella. Cualquiera, hasta el propio Armitage, estaría muerto del susto.

Los dos deben admitir que cada uno tiene parte de la razón: Cali necesita más inversión social en el largo plazo, pero es indiscutible que necesita más pie de fuerza de Policía y Ejército en el corto plazo.

Más que pelear entre ellos, lo que deberían hacer es unirnos a todos para exigir ambas cosas al Gobierno Nacional, que no parece entender la gravedad de lo que pasa en Cali.

Y sobre todo, los dos deberían quitarle a este asunto el tufillo político que parece tener. Ya sabemos que ambos tienen candidatos para las elecciones del 2019. Pero es hora de gobernar. No de andar en campaña.

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