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Cali se ‘desinfló’

Dice la más reciente encuesta del proyecto ‘Cali cómo vamos’ que por estos días los caleños andamos ‘acuscambaos’, que nos ‘desinflamos’, que la ‘chicanería’ se nos fue al piso.

30 de noviembre de 2017 Por: Ossiel Villada

Dice la más reciente encuesta del proyecto ‘Cali cómo vamos’ que por estos días los caleños andamos ‘acuscambaos’, que nos ‘desinflamos’, que la ‘chicanería’ se nos fue al piso.

Según ese estudio, revelado hace apenas diez días, mientras hace un año el 57% de nosotros creía que las cosas iban por buen camino en la ciudad, hoy apenas el 37% piensa así.

Y dice también que ya no nos sentimos tan orgullosos de nuestra ‘Sucursal del cielo’. Porque hace un año el ‘orgullómetro’ de vivir en Cali marcaba un 62%, y hoy está en un 51%.

Mejor dicho: a la luz de estas cifras, la mitad de nosotros todavía ‘saca pecho’ para decir “Yo soy de Cali, ve”, mientras que la otra mitad piensa que andamos ‘largos de frenos’ y con el agua lejos.

La investigación indica que no estamos ‘achantados’ porque sí. Hay razones de peso detrás del fenómeno. Para empezar, una buena parte de la gente piensa que toda la ciudad es hoy más insegura que hace un año (ese indicador subió del 26% al 38%). Y cuando se le preguntó a la gente si cree que su barrio es hoy más inseguro, la cosa fue peor (subimos del 22% al 32% allí).

Por otro lado, no parece haber una mejora sustancial en los problemas de movilidad. La cantidad de caleños que creen que el MÍO presta un mejor servicio que los buses y busetas tradicionales, pasó del 21% al 30 % entre 2016 y 2017. Ni siquiera la mitad de la población lo aprueba aún.

Y a todo eso se le suma que hay un innegable distanciamiento entre los ciudadanos y el alcalde Maurice Armitage. Un 16% dijo que confía mucho en él, un 31 % aseguró que nada, mientras que al 53% restante el asunto ni siquiera le importa.

Una verdadera pena para un Gobierno que, cuando fue elegido, poseía un enorme capital político en términos de imagen. Que tenía una oportunidad de oro para consolidar la transformación que venía viviendo Cali. Y que pudo habernos demostrado, de una vez y para siempre, que los políticos son los peores gobernantes que podemos tener. Como, en efecto, lo han sido.

Todas estas cifras, y unas cuantas más que se pueden revisar en el estudio completo, lo que hacen es evidenciar el enorme reto que el alcalde Armitage y su equipo tienen por delante.

A partir del 1 de enero próximo la historia le dará a ‘Moris’ la última oportunidad para cumplirnos con todo lo que seguimos esperando. A los que votamos por él y a los que no también. Lo que no haga en el 2018, prácticamente ya no lo podrá hacer en la recta final de su Gobierno.

Y será muy complicado, porque el año próximo estará navegando en medio de una campaña presidencial sobre la que ya podemos tener algo claro: apestará. La polarización que vive el país, y la dinámica misma de las elecciones, sin duda afectará la operatividad de los gobiernos locales.

Pero algunas cosas generan inquietud desde ya sobre lo que se avecina. La primera es si efectivamente, como se advirtió en el Concejo, en el 2018 habrá menos presupuesto para enfrentar los problemas de seguridad de los caleños.

Este año los homicidios se han reducido en casi un 9%. Es un avance real y positivo que no se puede desconocer. Pero la percepción de inseguridad de los caleños sigue creciendo.

Y eso no pasa porque los periodistas informan sobre los robos o los atracos, como creen en el CAM. O porque hay muchos videos de ese tipo moviéndose en las redes sociales. No. Eso pasa porque, efectivamente hay delincuentes robando y atracando.

Para enfrentarlos y neutralizarlos se necesita más inteligencia policial, más policías de cuadrante, más motos. En otras palabras, más plata.

Por otro lado, la gran duda es si funcionará el nuevo plan de salvamento del MÍO, que arranca entregándoles la nada despreciable suma de $78.000 millones a los operadores, y que apuesta por fortalecer la operación del Masivo. Por muy sensible que sea el Alcalde frente al tema, lo cierto es que las medidas para salvar al MÍO han tardado demasiado.

También se dice que una de las grandes apuestas de la Alcaldía el año próximo serán las obras para descongestionar el sur de Cali. Pero ejecutar las mismas se tomará unos cuantos meses, y mientras tanto el desmadre de la movilidad en el Sur, y en todas partes, seguirá creciendo.

Frente a estos, y otros asuntos espinosos que tiene entre las manos, el Alcalde tiene que pasar ya de las palabras a los hechos. Pero la gran duda que me surge es si después del falso ‘revolcón’ que hizo en su gabinete hace unos meses, ‘Moris’ ahora sí cuenta con una estrategia para articular una administración que se ha caracterizado por estar llena de ruedas sueltas, algunas de ellas bastante despistadas. Ojalá así sea. No vaya a resultar que, en la próxima encuesta, aparezcamos todos llorando.

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