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Volver la vista atrás

Dos adolescentes, Sergio y Marianella, sometidos al más duro adoctrinamiento y a la férrea disciplina de una guerrilla cruel y sin esperanzas de triunfo.

14 de octubre de 2022 Por: Óscar López Pulecio

Toda novela está anclada en la realidad. El novelista, esa especie en vías de extinción porque ya nadie lee libros extensos, inventa personajes e historias que deben parecer de carne y hueso. Todos toman licencias, con el personaje si es que de verdad existió; con los acontecimientos, para crear una tensión dramática, así no hayan sucedido; y con la historia para ajustar los hechos a la narración.

Juan Gabriel Vásquez en ‘Volver la vista atrás’ hace ficción con la historia real de un personaje como Sergio Cabrera que es su amigo y le cuenta su vida y la de su familia, más ricas en episodios que una novela. El resultado no es una biografía, no es un reportaje novelado, ni es una novela histórica, aunque detrás estén la Guerra Civil Española, la Revolución China y la guerrilla colombiana.

Es una novela como las de antes, con fuertes caracteres, diálogos cortantes y episodios extraordinarios, algo muy excepcional en la literatura colombiana de hoy donde por lo general lo que se llama novela son testimonios personales, apenas disfrazados, de su autor.

Para poner el género en su contexto, hay magníficas novelas históricas, que recrean la vida de grandes personajes, entre más antiguos más imaginarios, como sucede con los Reyes Malditos de Maurice Druon. Hay novelas con fondo histórico, que en el Siglo XIX ocuparon el lugar que hoy tienen las series de Netflix: León Tolstoy, en la Guerra y la Paz, Stendhal en la Cartuja de Parma y William Thackeray en Feria de Vanidades, reconstruyen a su antojo las batallas napoleónicas. Hay biografías que casi son novelas, porque buena parte de lo que allí esté escrito es inventado. Entre nosotros, hay suculentas biografías de Bolívar y Santander, reportajes periodísticos novelados como la estupenda Historia de un secuestro de Gabriel García Márquez y novelas de ficción con personajes reales, como ésta de Juan Gabriel Vásquez

Lo que narra Juan Gabriel Vásquez con una prosa limpia, intimista, que mantiene distancia de sus personajes, es la vida y milagros de la familia Cabrera. Emigrantes españoles republicanos desplazados y desposeídos por la Guerra Civil, que no tiene piedad con los perdedores.

El padre, un director de teatro, Fausto Cabrera, igual de implacable con sus ideas de izquierda y con sus hijos. Van a dar a Colombia, una sociedad conservadora, que los mira con desconfianza y les cierra las puertas. Terminan en la China de Mao, en medio de la Revolución Cultural donde deja a sus hijos solos sometidos al más feroz adoctrinamiento comunista.

Luego, los obliga a regresar a Colombia para que entren a la guerrilla del EPL de influencia maoísta. Dos adolescentes, Sergio y Marianella, sometidos al más duro adoctrinamiento y a la férrea disciplina de una guerrilla cruel y sin esperanzas de triunfo. Escapan de milagro de esa locura negociando su salida. Y se les va el resto de la vida tratando de perdonar a sus padres.

Hoy Sergio Cabrera es el embajador de Colombia en China. Un final feliz que afortunadamente no alcanza a recoger la novela. Esa historia increíble se convierte en una ficción, en un invento de Vásquez para crear unos personajes entre iluminados y atónitos, sometidos a unas fuerzas políticas fuera de control. Entre la rebelión y la obediencia. Al final, es la toma de distancia de la izquierda recalcitrante de su padre y de su recuerdo, lo que los vuelve libres.

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