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Los ladrones

Decía el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, en la instalación de...

25 de junio de 2011 Por: Óscar López Pulecio

Decía el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, en la instalación de la Conferencia sobre Avances y Desafíos en la Cooperación Hemisférica Contra la Corrupción, reunida en Cali a principios de la semana, con el patrocinio de la OEA y la presencia de su secretario General, José Miguel Insulza, una verdad de a puño que se olvida con frecuencia: que lo ilegal socava la democracia; y que no hay nada más antidemocrático que la ilegalidad. El Vicepresidente se refería al tema del foro que era la lucha contra la corrupción administrativa, usando un concepto mucho más amplio, el de la ilegalidad, que pone el asunto en su correcta perspectiva, porque el conjunto de las actividades ilegales cuando se vuelven endémicas, son un claro atentado contra los derechos ciudadanos.Nadie esta libre de ser víctima de un crimen, pero cuando esa posibilidad excede ciertos límites de modo que pasa de ser remota a muy probable, los mecanismos de sanción judicial se desbordan y el control social desaparece. Y con él la democracia. Famosa es la definición, atribuida a sir Winston Churchill, probablemente sin razón porque a los famosos se les adjudica la inteligencia de los demás, de democracia como el sistema en el cual si alguien golpea la puerta de tu casa a las cinco de la mañana, es el lechero. Esa tranquilidad de la vida ciudadana, que está protegida por el comportamiento respetuoso de la Ley de la inmensa mayoría, salta en pedazos ante la falta de control policial y la impunidad, como lo sabemos los caleños. La corrupción administrativa es aún peor, porque en el fondo es la desviación ilegal de recursos públicos escasos a bolsillos particulares. Es decir, el más perverso mecanismo de concentración del ingreso: los impuestos de todos en el bolsillo de unos pocos, a veces sobre asuntos tan sensibles como la salud, la vivienda y la educación de los más pobres. Qué puede haber más antidemocrático que un ciudadano que se muere en la puerta de un hospital porque los recursos para atenderlo se han invertido en un campo de golf, o un barrio de interés social que se derrumba porque fue construido con todas las licencias en una zona de alto riesgo, o un colegio construido donde no hay niños. Lo triste es que todo aquello no es una torpeza administrativa, que las hay tantas, sino producto de una razonada decisión corrupta de sobornar o malversar fondos, donde siempre hay un político corrupto involucrado y alguien más que paga por pecar, ambos ladrones.El apoyo del Vicepresidente vuelve el tema prioritario en la agenda pública, porque nadie duda que es una vena rota por donde corren regalías, parafiscales e impuestos, que requiere de un liderazgo moral y administrativo del más alto nivel para cerrarla. Los ejemplos internacionales de lucha contra la corrupción en países particularmente corruptos, que fueron presentados en la conferencia son muy ilustrativos, porque los colombianos tenemos la sensación, que se corrobora en la información cotidiana, de que somos uno de ellos. Así que medidas como facilitar o incentivar la denuncia de actos de corrupción, la protección de testigos y denunciantes, la obligatoriedad de los funcionarios de presentar su declaración de impuestos, el control de la sociedad civil, la responsabilidad penal de las empresas y la rendición de cuentas, configuran una artillería pesada que deberíamos adoptar de inmediato contra los ladrones, una manera más precisa de calificar a estos corruptos, que tanto daño hacen.

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