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Hablan las encuestas

La realidad es que Gustavo Petro se ha ganado a pulso en un trabajo serio y audaz...

29 de abril de 2022 Por: Óscar López Pulecio

En temas electorales cada quien tiene su corazoncito y tiende a pensar con el deseo. Las encuestas, que son un instrumento estadístico relativamente confiable, aterrizan esas ilusiones, sobre todo cuando miden tendencias. La encuesta del Centro Nacional de Consultoría para la revista Semana, publicada el 21 de abril, dice que Gustavo Petro encabeza la intención de voto para la primera vuelta electoral, con 38%, seguido por Federico Gutiérrez con 24%. La encuesta lleva tres mediciones después de las consultas interpartidistas, en las cuales crece Petro y Gutiérrez no. Pero lo interesante es cómo se discriminan esas cifras.

Aparte de Antioquia, donde lidera Federico Gutiérrez, con 41%, en todas las demás regiones, Bogotá (47%), Caribe (50%), Pacífico (53%), Centro Oriente (25%) y Centro Sur (34%), lidera Gustavo Petro muy de lejos del segundo, que es Federico Gutiérrez, a quien le saca 31 puntos en Bogotá, 25 en la región Caribe, y 37 en el Pacífico, zonas que cubren más del 50% de la muestra. Y si se analiza la intención de voto por estratos sociales, en todos ellos lidera Gustavo Petro: 33% en el estrato alto (5 y 6), 32% en el medio (3 y 4) y 39% en el bajo (1 y 2).

Así que, sorprendentemente, Gustavo Petro es el candidato preferido de todas las regiones y todos los estratos, lo cual deja sin piso el socorrido argumento de que es solo un líder populista de los que no tienen nada que perder. La realidad es que Gustavo Petro se ha ganado a pulso en un trabajo serio y audaz, que ha durado años, un espacio político que lo identifica con la creciente oposición en Colombia, con millones de seguidores. Ha denunciado en el Senado todos los abusos del paramilitarismo, la corrupción política y las desigualdades que genera nuestro modelo de desarrollo. Puede que no sea un buen administrador, tenga una personalidad imprevisible y haga promesas imposibles (como cualquier político), pero su mensaje, a juzgar por las encuestas, ha calado en todas las regiones, en todos los rangos de edad y en todos los estratos sociales. Desconocer esa situación y demonizarlo es un grave error.

El hecho escueto es que la elección presidencial pinta no como un enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, si no entre las castas políticas, reunidas alrededor del Equipo por Colombia, con el aparente apoyo gubernamental, y la opinión pública, hoy dominada por el Pacto Histórico que es un grupo variopinto de líderes sociales y organizaciones que difícilmente podrían llamarse partidos. El centro político queda aprisionado entre ambos, víctima de ese enfrentamiento que tiene el sabor de ser entre el viejo país y uno emergente, indignado, cansado de los abusos del poder.

¿Qué podría alterar esa situación? Varios factores. Uno muy poderoso, que el temor que genera Gustavo Petro entre algunos sectores de votantes tradicionalmente abstencionistas, que viven en su zona de confort, aumente la participación electoral en su contra. Otro, que esos temores produzcan una desbandada de votos en las otras candidaturas y de hecho se adelante la segunda vuelta, ante la idea de que ya las cartas están echadas. Y la última, pero no la menos importante, que la remontada de Sergio Fajardo funcione y se convierta, como movimiento alternativo, en una opción real frente a Petro y Gutiérrez, que es en el fondo de lo que trata una primera vuelta electoral: la libertad de escoger la mejor opción.

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