Orlando Fals Borda

El pasado 11 de julio se conmemoró el centenario del nacimiento de Orlando Fals Borda, uno de los intelectuales más connotados de la historia cultural de este país y el de mayor proyección internacional en su área: uno de nuestros grandes embajadores, al lado de Gabriel García Márquez y Fernando Botero. Nacido en Barranquilla, conservó siempre lo mejor de la idiosincrasia del costeño (jovialidad, franqueza, sinceridad, hospitalidad, informalidad) y consagró a su región una de sus principales obras (‘Historia doble de la Costa’). Como preámbulo a su actividad como sociólogo, compuso música coral y de cámara en su juventud. Fue miembro de la Iglesia presbiteriana en una época en que pertenecer a un “grupo evangélico” era un anatema.

Estudió sociología en EE. UU. y llegó al país con una concepción del ‘oficio del sociólogo’ como un profesional al servicio del cambio social. La Florida University Press publicó en inglés su disertación doctoral traducida al español como ‘Campesinos de los Andes’ en 1957, el mejor libro (y de lejos) que se ha escrito en nuestra tradición sociológica. Y fue el líder indiscutible de la creación de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional en 1959, la primera de América Latina. Su mayor credencial es haber sido fundador de la moderna sociología en Colombia e, incluso, uno de sus pioneros en el continente.

En 1962 fue coautor, con G. Guzmán Campos y E. Umaña Luna, de ‘La violencia en Colombia’, el primer gran aporte que hizo la sociología a la vida política de este país. Nunca fue marxista militante, pero sí un hombre profundamente comprometido con las causas populares y con proyectos de cambio social por las vías democráticas. En los años 1970 creó la IAP (Investigación Acción Participativa) por la que fue ampliamente conocido en el plano internacional. En 1991 fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, donde impulsó (sin éxito) un proyecto de reorganización del territorio colombiano.

Borges dice en alguna parte que la vida de un hombre se reduce a un solo momento que condensa toda su existencia: en un pensador este “acontecimiento fundador” son dos o tres ideas que sirven de pilares a su proyecto intelectual. La primera, en el caso de Fals, es pensar la sociedad desde el punto de vista de lo comunitario, bajo la idea de que solo en comunidad, en el marco de una relación cara a cara, los individuos pueden alcanzar una verdadera realización como seres humanos: el altruismo, la convivencia, el afecto, la solidaridad, el respeto por la naturaleza.

La segunda, es considerar que el conocimiento sociológico solo tiene sentido si es el punto de partida para la transformación social, para convertir a los habitantes en verdaderos ciudadanos que no solo sepan leer y escribir, sino también tener un dominio reflexivo sobre su propia vida. Y la tercera, combinar la mente con el corazón, la razón con el sentimiento, la vivencia y la comprensión, tal como se expresa en su invención del neologismo “sentipensante”. Por ello se consagró a vivir en sus regiones de estudio, a simpatizar con los pobladores, a recorrer los pueblos, para tratar de reconstruir con ellos el verdadero sentido de sus vidas.

Y fue tal vez la experiencia musical de su juventud, la escuela donde aprendió que la armonía no se logra por la imposición de una voz dominante, sino por la integración de voces dispares, por ínfimas que sean, en una partitura polifónica. La música le enseñó a escuchar, a reconocer el valor de cada parte en el conjunto. Y esta sensibilidad estética se convirtió en el corazón de su sociología de la participación y de la creación colectiva del sentido. El joven compositor transformó la música en sociología.

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Posdata. Para conmemorar su centenario, la Facultad de Socioeconomía de Univalle ha programado para el viernes próximo a las 10:00 am en el auditorio Antonio J Posada (edificio D12) un conversatorio con José María Rojas, autor del libro ‘La teoría y el método de la IAP. Una biografía intelectual de Orlando Fals Borda’ y uno de sus principales continuadores. Por allá los esperamos.