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¿Odiar a la familia, odiarse a sí mismo?

Jesús no busca nuestra propia autoafirmación. Jesús propone e invita a una vida nueva, una vida de familia amplia, libre de esclavitudes enfermizas, la vida en comunión con Dios y con los demás, la vida que se entrega.

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Jesús no busca nuestra propia autoafirmación. Jesús propone e invita a una vida nueva, una vida de familia amplia, libre de esclavitudes enfermizas, la vida en comunión con Dios y con los demás, la vida que se entrega. | Foto: AFP

7 de sept de 2025, 12:19 a. m.

Actualizado el 7 de sept de 2025, 12:19 a. m.

Por Germán Martínez R. vicario para la Educación.

Hay pasajes bíblicos que de primera desconciertan y espantan, el de este domingo 7 de septiembre, y encima dizque ‘semana por la paz’ es de esos. Literalmente, en lengua griega, dice: “Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14, 26). Plop. Los traductores matizan o explican: “Si no pospone a su padre”. “Y no me ama más que a su padre”. “Y no me prefiere a su padre y a su madre”. Y los expertos nos aclaran: Odiar en clave bíblica no significa maldad o perfidia emocional, significa “corte”, “distancia”, “separación de algo o de alguien”.

Jesús de Nazaret no invita a detestar a alguno, más bien llama a la libertad plena frente a los vínculos infantiles, opresivos, narcisistas. Dos mil años antes del nacimiento de la psicología evolutiva advirtió ya Jesús de Nazaret sobre la necesidad de “cortar el cordón umbilical”, es decir, que cada persona debe pasar a través de “duras separaciones” para llegar a ser ella misma. Fue un error de interpretación pensar que el cristianismo de Lucas 14 iba contra la alegría y contra el cuerpo. Para nada.

La experiencia de la “libertad franciscana” frente a todas las cosas produce más bien una gran alegría: Cuando no se tiene nada que perder porque nos hemos separado de todo lazo, vivimos la inmensa alegría del sol matutino y de la cerveza que podemos compartir en bella compañía. Esta libertad vale también para los lazos familiares y las cadenas propias, llámense adicciones, apegos, vínculos emocionales tóxicos, etc., etc. ¿Qué negativo tiene la familia, la esposa, los hijos, y la relación conmigo mismo? El poder, el egoísmo, el aislamiento. Es constatación desde los tiempos de Jesús: La familia del mismo Jesús lo consideraba “loco” (Marcos 3,21). La familia tiene “muchas expectativas”, cualquier joven entre los 18 y los 21 lo sabe muy bien.

El Jesús que nos presentan los evangelios es un Jesús para los jóvenes. Pero ese Jesús no es alguien a favor de la autonomía y la autodeterminación, ese es otro engaño emocional. Jesús no busca nuestra propia autoafirmación. Jesús propone e invita a una vida nueva, una vida de familia amplia, libre de esclavitudes enfermizas, la vida en comunión con Dios y con los demás, la vida que se entrega. Su propuesta es todo lo contrario al encerramiento en sí mismo que hace estéril toda vida.

Mensaje escrito por el Arzobispo de Cali y sus obispos auxiliares para los lectores de El País.

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