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Retos del Distrito Especial

Debemos saber que las ciudades que han intentado dar pasos como este, y lo han logrado, lo han hecho infundiendo confianza y concepto de colectividad en un futuro compartido.

16 de diciembre de 2018 Por: Ode Farouk Kattan

Como consecuencia de gestiones de caleños interesados en reproyectar a Cali, el Gobierno Nacional aceptó darle a la ciudad un ‘status especial’ que le permitirá introducir a su funcionalidad y prospectiva, y por ende a su población, mejoras de vida sustanciales.

Por ello y para cumplir las obligaciones emanadas de este compromiso se están proponiendo las nuevas figuras de vida urbana que nos conducirían a esa mejor Cali.

En este orden de ideas hay que hacer las siguientes observaciones: la transformación modernizante de una ciudad no es tarea fácil porque los centenares de años de vida de una ciudad tan cosmopolita como Cali la marcan con sus costumbres e intereses, mucho más porque la expansión de su actividad ya se imbrica, y no ordenadamente por cierto, con la de municipios vecinos, como lo demostró el ejercicio G-11, que puede darnos orientaciones realistas.

Los dos años que según las normas se nos da para adelantar la transformación normativa y operativa de la ciudad no se compadecen con la realidad del ‘lentus y enredatus modus operandi’ caleño, y la miríada de intereses encontrados y caprichos que rigen la ciudad, como lo hacen en otras, no permite creer que el reacomodo va a ser fácil. Y Cali no es fácil. Lo demuestra nuestro rezago, cosa que probablemente motivó a quienes propusieron y lograron la firma del gobierno para este ‘estatus especial’,

La euforia que hay debe adaptarse a la prudencia en las expectativas que enseña la mítica Caja de Pandora.

Tal como nos enseña la prospectiva, que consiste en visualizar el futuro evaluando todas sus opciones, favorables y desfavorables, para prepararse para llegar a él trabajando ese camino y no esperando que llegue, esta nueva figura requiere de adaptación al cambio, cosa difícil cuando el cambio rompe arraigos. Y en Cali hay bastantes.

También con el debido respeto, la Administración Municipal de Cali tiene mucho camino que recorrer para lograr llegar con éxito a un ‘status especial’ operativo y la prueba de ello es el desorden que impera en todos los aspectos citadinos, jalado del pasado en su mayoría, pero en algunos casos tan severo que requiere soluciones drásticas, para las cuales no sabemos qué tan preparados estamos.

Cali tuvo, cuando quedo enmarcada en los desarrollos de movilidad traídos por el ferrocarril del Pacífico, el chance para agregar a su comercio una vocación industrial, que la colocó en buen puesto nacionalmente. Sin embargo, varios episodios de cuño nacional, regional y local la han desfigurado y tenemos un problema de faltante producción con valor agregado, fuente del sostenimiento citadino, dado que la industria o se ha ido a las ciudades periféricas a Cali o se ha ido a la costa caribe como consecuencia de factores de competitividad, y si bien aquí se trata de corregir esta falencia, los resultados no son suficientes por falta de una política industrial dinámica, con algunos diciendo, y con razón, que Cali nunca ha tenido políticas orientadoras, y a lo mejor ese es un comienzo que no hemos tocado en este proceso.

Debemos saber que las ciudades que han intentado dar pasos como este, y lo han logrado, lo han hecho infundiendo confianza y concepto de colectividad en un futuro compartido.