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La pirámide gubernamental

Es un hecho imposible de rebatir que el crecimiento de lo que le llega como ingreso al ciudadano medio se ha perdido en el aumento de lo que le toca pagar en aportes de toda índole a los tres gobiernos.

28 de agosto de 2018 Por: Ode Farouk Kattan

Colombia, como cualquier república, está estructurada en forma piramidal, con un gobierno central en la cúspide y gobiernos regionales, con una figura particular en cada caso, siendo el de Colombia estar estructurada en departamentos y municipios.

Si bien esta pirámide tiene esencia política (en Colombia los presidentes nombraban a los gobernadores y estos a los alcaldes hasta que por ley empezaron a ser elegidos por el voto popular) las provincias requieren de presupuestos para la financiación de su operación.

Esto debería funcionar armónica y proporcionadamente.

Sin embargo, en el caso colombiano es necesario ya revisar este funcionamiento porque se ha distorsionado en perjuicio de la suficiencia ciudadana.

En Colombia, (ya parece que por mandato de ley) casi cada año se tiene que hacer una reforma tributaria. Y los gobernadores y alcaldes, también agobiados por el crecimiento poblacional de sus territorios, bregan por recursos adicionales.

Es un hecho imposible de rebatir que el crecimiento de lo que le llega como ingreso al ciudadano medio se ha perdido en el aumento de lo que le toca pagar en aportes de toda índole a los tres gobiernos. Esto vale también para los empresarios.

Sin embargo, quienes tienen a su cargo estructurar la reforma tributaria parecen ignorar estos aspectos, y su único objetivo es obtenerle dinero al fisco nacional, sin medir las consecuencias de lo que están haciendo al modo de vida poblacional ante la cruda realidad de la disminución del nivel de vida, pésimo consejero en un país que tiene indicadores
reales de bajo nivel de vida, y altos de frustración de vida.

Algunas personas preguntan, sin obtener respuesta, a quién le ha tocado un ‘pedacito’ de reforma tributaria de las muchas y raras que se han realizado, particularmente en los últimos años, en los cuales el país ha alardeado de ‘resultados’ de las tantas y ‘mochas’ que se han hecho.
Todo esto nos lleva a preguntar también de qué nos han servido los ‘consejos’ que nos dan los organismos internacionales, que parecen estar pasando también por falta de credibilidad.

Mientras no aceptemos que las reformas tributarias han sido un mecanismo para tapar la verdadera causa de los déficits, cual es la corrupción despilfarradora y ladrona, y que antes de hacer las tributarias es necesario hacer las reformas morales en todos los espacios político-administrativos con decisión, las reformas van a ser un insulto a la inteligencia y dignidad de la población.

Colombia tiene lo que se llaman organismos de control, cuya función es, presuntamente, controlar a los funcionarios de gobierno, especialmente en los espacios en donde se manejan dineros oficiales, y evitar, por lo menos, con tareas de acompañamiento, que no se pierda la plata de las reformas tributarias pasadas y futuras.