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Furia a la francesa

El plan era construir con tecnología diesel, hoy muy atrasada frente a la nuclear. El negocio se dañó y el gobierno se indignó, llamando la jugada un ‘cuchillazo en la espalda’ de las tres partes y comparando a Biden con Trump.

24 de septiembre de 2021 Por: Muni Jensen

Esta semana Emmanuel Macron, presidente de Francia, se puso bravo con Joe Biden. Tan bravo que le pidió a su Embajador en Estados Unidos que regresara a París, una maniobra diplomática que nunca se había utilizado desde que los dos países establecieron relaciones en 1786, generalmente reservada para adversarios, no para aliados. La ausencia del Presidente francés en la reciente Asamblea de la ONU en Nueva York es otra sorprendente seña de malestar.

El origen del problema fue el anuncio esta semana de un acuerdo de defensa entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, llamado Aukus, en el cual se juntarían para dotar a Australia de submarinos nucleares para contrarrestar juntos a China y frenar sus incursiones militares y políticas en el Pacífico. A los chinos evidentemente no les gustó, y calificaron la incursión como un atentado a la estabilidad global.

Hubo otras réplicas. El anuncio cayó como un vaso de agua fría al gobierno francés, ya que el acuerdo echaba atrás su multimillonario contrato con Australia, anunciado para renovar su flota submarina. El plan era construir con tecnología diesel, hoy muy atrasada frente a la nuclear. El negocio se dañó y el gobierno se indignó, llamando la jugada un ‘cuchillazo en la espalda’ de las tres partes y comparando a Biden con Trump.

En parte tienen razón. Ni los diplomáticos americanos, que pintaban tan experimentados, ni los australianos ni mucho menos Boris Johnson, alertaron a sus aliados y clientes al otro lado del Atlántico, ni le dieron tiempo de preparar una reacción. Además de las pérdidas económicas que supone la cancelación el contrato, se sintieron humillados ante este acuerdo negociado a sus espaldas.

Más allá del ego y el golpe económico, la alianza abre una grieta con un estrecho aliado y ficha clave de la Otan. Para unos, el descuido con Francia refuerza la sensación de favoritismo entre la alianza anglosajona con los británicos y australianos por encima de los franceses y los alemanes. Las consecuencias pueden llegar hasta replegar a la Unión Europea y obligarlos a crear un bloque hermético y estratégico en el Pacífico, al considerar que Estados Unidos sigue sin ser confiable.

La respuesta de la Unión Europea al anuncio de la semana pasada, trabajada por Macrón y crítica de Estados Unidos, apunta a un realineamiento de la Europa soberana y con fuerza diplomática y militar. Para Macrón, en plena época electoral, pelear con los americanos siempre saldrá bien entre sus votantes.

En la carrera por contener a China, el gobierno de Biden, supuestamente tan preparado y hábil en las relaciones exteriores, ha terminado por crear una división de Occidente que podría fracturar las alianzas tradicionales. Al crear roces diplomáticos con Francia, Biden una vez más ha tropezado en lo internacional. Después de sus promesas de regresar a la mesa multilateral tras cuatro años de aislamiento trumpista, ha cometido dos graves errores de cálculo en sus primeros meses de gobierno. La forma como se retiró de Afganistán y la torpeza en el manejo de la gran alianza anglosajona muestran un gobierno con alcance limitado. Lo que sucedió en ambos casos es una flexión de músculos del superpoder americano sin tener en cuenta a sus aliados.

En los últimos días sucedió una llamada de reconciliación entre Biden y Macrón. Hacia afuera el tema está zanjado y regresa el enojado Embajador. Pero lo cierto es que las torpezas del equipo de exteriores de Biden amenazan con convertirse en tendencia.