El ‘showman’ en su salsa

Esta semana se llevó a cabo la convención Republicana, tradición creada en Estados Unidos en 1808 como una reunión secreta convocada por el partido federal para escoger su candidato presidencial.

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28 de ago de 2020, 11:40 p. m.

Actualizado el 25 de abr de 2023, 05:52 a. m.

Esta semana se llevó a cabo la convención Republicana, tradición creada en Estados Unidos en 1808 como una reunión secreta convocada por el partido federal para escoger su candidato presidencial. Con el tiempo se convirtió en una plataforma de comunicación política y una herramienta para que los candidatos de cada partido se dieran a conocer. La tradición, transformada en los años 60 por la transmisión en televisión, es hoy una fiesta de cada partido, diseñada para las cámaras, donde el respectivo candidato, ya escogido, acepta formalmente su nominación en una ceremonia de autopropaganda rodeada de banderas. Este año el covid obligó a celebrar convenciones virtuales de varios días, que terminaron en desiguales transmisiones salpicadas de discursos grabados o pronunciados frente a auditorios vacíos.

El turno de esta semana fue para el partido de Trump, que dedicó las cuatro noches de transmisión al aire para quitarle oxígeno a la campaña del demócrata Joe Biden, y mostrarlo como un candidato extremista que llevará al país al caos y al marxismo. Al mejor estilo de ‘reality’ a la Donald Trump, el espectáculo se convirtió en un culto a la personalidad del Presidente. El brochazo final fue un discurso interminable desde el propio jardín de la Casa Blanca ante los aplausos de un público de casi dos mil seguidores sin máscara tapabocas, sentados hombro a hombro.

Trump, como ha hecho desde que se lanzó de candidato en 2016, se saltó en una semana todas las reglas y violó más de una Ley. En Estados Unidos existía una separación entre gobierno y política. Ya no. La Casa Blanca por primera vez se convirtió en herramienta de campaña, en escenario para la demagogia y las declaraciones falsas. Su Secretario de Estado Mike Pompeo manifestó su apoyo desde Israel, borrando los protocolos diplomáticos mundiales que prohíben, en las democracias, claro, el proselitismo desde un cargo público. La familia Trump en pleno tuvo tiempo en el podio, demostrando que el nepotismo, antes repudiado por los americanos, ahora no solo es una realidad sino que se exhibe sin vergüenza.

Brillaron por su ausencia las caras más conocidas del partido Republicano, aquel ‘establishment’ de la familia Bush, los seguidores del fallecido John McCain, y también las caras nuevas del ala moderada como Bobby Jindal y John Kasich. Más de cien Republicanos de alto nivel firmaron una carta de protesta contra el Presidente y adhirieron a Joe Biden, un rompimiento de filas poco usual. El movimiento Lincoln Project, diseñado para recoger fondos republicanos a favor del candidato demócrata, ya ha acumulado millones de dólares y emprendido una polémica campaña en los medios. Las señales son evidentes: el partido de Lincoln ha sido secuestrado por un populista llamado Donald Trump, que con ataques y mentiras ha reconstruido la historia de su mandato. Aún no está tan claro si hay suficientes seguidores que crean en la realidad alternativa que pintaron esta semana. Trump, nuevamente a la ofensiva, podría triunfar otra vez.

Causa dolor el contraste visual de una Casa Blanca repleta de gente engalanada y violando las reglas de distanciamiento y precaución -en el país con más muertes y contagios por covid- y las protestas contra el racismo a pocos metros de sus rejas. Entre los aplausos del festejo se oían los cantos de protesta de quienes buscan poner fin a la violencia contra los afroamericanos. En los hospitales siguen muriendo víctimas de un virus que el gobierno no supo contener. Mientras celebraban bajo el calor de verano en Washington, en el sur del país un huracán azotaba las costas en lugares donde la destrucción ataca a los más pobres. Las semanas de fiesta política dejan un mal sabor, el de un país dividido y en llamas, ahogado no solo por los vientos de la tormenta Laura, sino por un virus incontenible, con sus calles repletas de miles de jóvenes y mayores descontentos que piden un cambio que no parece llegar.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen

Caleña. Graduada del Colegio Bolívar. Politóloga de Trinity College con Maestría en Estudios Latinoamericanos de Georgetown. Analista política y asesora para América Latina de Albright Stonebridge Group. Trabajó en Proexport en Bogotá y en la Cámara de Comercio de Cali. Fue subdirectora de la Oficina Comercial de Washington y jefe de prensa de la Embajada de Colombia en Washington.

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