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Carta a Camilo

No se dejen criticar por mi generación, cuando decimos frases de viejos como “es que la juventud de hoy…” a la que siempre sigue alguna descalificación. Nosotros dejamos un planeta ardiendo...

17 de junio de 2022 Por: Elpais.com.co

Verano del veintidós. El mundo está caliente, hay guerra en Ucrania y crisis financiera.  Colombia se balancea entre el caos y la incertidumbre. A mi país que es también tuyo le esperan tiempos inciertos. Hay mil motivos para el pesimismo. En tu país natal no escampa: hay demasiadas armas y muy poco consenso, gasolina cara y ganan las drogas y el racismo en medio de la más exagerada prosperidad. El horizonte está lleno de nubes, sin duda. Tu alma de dieciocho años solo añora el sol. A pesar de la turbulencia alrededor, veo la ilusión intacta en tu mente creativa. 

Te graduaste un día brillante, con fotos y familia, y después de las múltiples celebraciones empieza el momento en el que todos te inundan con consejos y vaticinios de buena fe. Que lo mejor empieza, que por qué te vas tan lejos, que estudies finanzas para lograr un buen puesto en un banco de Nueva York. Te hacen preguntas difíciles sobre un futuro que desconoces, unos intereses que no están claros, un panorama que ni siquiera logras imaginar.  “No sé”, contestas con una sonrisa incómoda mientras exprimes los días de verano con encuentros con tus amigos del alma, duermes poco, chateas por horas, exageras la cerveza, metes en líos tu corazón. Tratas de no pensar en todo lo que vas a extrañar, los fines de semana, la cama grande que abarca tus 1,94 m, los partidos de fútbol y las carreras de Fórmula Uno los domingos en mi cuarto, y hasta las peleas por el baño cuando llega tu hermana de la universidad, los ratos en la cocina los tres, muertos de risa, al noble Río y sus ladridos mañaneros. 

Al mismo tiempo intentas contener, para no ofender a nadie. La ilusión de partir, de ser libre, empezar de nuevo, escapar de una ciudad que como todas se vuelve asfixiante con el tiempo. Te imaginas la posibilidad de encontrar nuevos hobbies, amigos, repensar tus gustos, diseñar sueños propios, independientes. Las infinitas opciones te seducen y te dan un poco de susto.

Los próximos pasos son emocionantes, miedosos. La universidad te acerca al mundo real, ese concepto gaseoso que culmina supuestamente en el día en que tienes que sostenerte, ser un adulto de verdad, tener hijos, ser serio, usar corbata. ¡Bah! Por suerte a tu edad cuatro años son una eternidad y lo que viene es un concepto etéreo.

Te alistas para esa película americana que vende los años de universidad como un jardín de diversión, que no es del todo. Pero no te preocupes. La vida te ha vuelto realista. Has vivido rupturas y pérdidas, has superado obstáculos, sabes que es el esfuerzo y la disciplina. Viviste mucho; el covid virtual, estudiando en el comedor, un divorcio, suicidios jóvenes, sobredosis absurdas, cáncer de seres queridos, momentos tristes. No eres ingenuo. Eres noble y bondadoso como tu abuela y de carácter recio como tu abuelo. Tu alma es feliz y gana tu simpatía y ese humor burlón tan colombiano. Y sabes cocinar y lavar ropa. Tu don de gentes y genuino carisma te abrirá puertas. Tu dedicación te mantendrá en el camino. 

Hay pocos consejos que pueda darte a ti y a tus compañeros graduados. Ustedes ya saben más que sus padres. Entienden mejor la tecnología y son más conscientes de la salud mental, de la importancia de cuidar el planeta, de las incomprensibles criptomonedas, de la importancia del diálogo para resolver problemas, de lo fugaz y mal concebido que está el éxito. Saben identificar las instituciones corruptas y no se dejan timar por los mentirosos. No cuestionan la igualdad de género, respetan la diversidad. Son flexibles y progresistas, creen en la amistad, pelean por la justicia, desprecian la política, le creen más al Tik Tok que al noticiero. No comen cuento. 

No se dejen criticar por mi generación, cuando decimos frases de viejos como “es que la juventud de hoy…” a la que siempre sigue alguna descalificación. Nosotros dejamos un planeta ardiendo, un mundo en conflicto, valores al revés, el hambre por lo material. Heredaron el incendio y el reto de diseñar una nueva manera de vivir.

Fuerza, Camilo y todos los Camilos y Camilas graduados. Agárrense de la ilusión, de partes iguales de idealismo y escepticismo, del deseo de cambiar el mundo, del fuego en el pecho. El panorama es incierto, pero con fuerza, fe y corazón diseñarán un camino sembrado de futuro.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen