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Duele, duele mucho

Lo que pasó en San Andrés, Providencia y Santa Catalina es muy fuerte y duele muchísimo.

23 de noviembre de 2020 Por: Miky Calero

Lo que pasó en San Andrés, Providencia y Santa Catalina es muy fuerte y duele muchísimo. Miles de personas sin techo y unas islas arrasadas por la furia de la naturaleza, con ráfagas de vientos que alcanzaron más de 200 kilómetros por hora, igual que un tren bala. Nos hace reflexionar lo pequeños que podemos ser ante la grandeza de la naturaleza y todavía la desafiamos y sentimos que somos la especie que puede con todo, pero la verdad es que somos tan pequeños como un grano de arena en la mar. La soberbia nos está llevando al camino de la destrucción.

Ahora viene la reconstrucción y la reinvención del archipiélago. Ya el gobierno central llegó con sus ayudas, frazadas, colchonetas, carpas y demás. Ya el Presidente se tomó la foto con sus colaboradores. Llueven ahora, no agua sino promesas.

En menos de un mes nos hemos olvidado y todo vuelve a la ‘normalidad’ y seguramente las platas prometidas ya se las empiezan a repartir los políticos y la voraz máquina de corrupción. Recuerden que los tres últimos gobernadores de las islas están en la cárcel y no particularmente por ‘ovejas sino por abejas’.

Llegó el momento para que los que amamos esas islas nos unamos y que los recursos internacionales y nacionales que quieren aterrizar en la isla, sean manejados pulcramente y que lleguen al destino apropiado. Para eso se necesita un manejo gerencial de las platas y una visión grande de cómo reinventar las islas respetando su cultura, su arquitectura y sus habitantes.

Ojalá que la parte turística también se reinvente y cambiemos los ‘planes todo pago’ que solo benefician a unos pocos y fomentan la sobrepoblación turística que a su paso no deja sino basura.

Como Cali es ciudad hermana de las islas, hay una propuesta que viene de varios buenos amigos de ese pueblo hermano, que consiste en tomar el liderazgo y conformar un bloque con un buen gerente que pueda generar la confianza que se necesita para que los donantes nacionales e internacionales tengan la certeza que sus ayudas van a hacer bien usadas. De la mano de organizaciones honradas de la isla trabajemos juntos por una verdadera recuperación digna de esas tierras bañadas por el mar de siete colores.

Ni en San Andrés ni en Providencia hay un albergue donde en una eventual nueva catástrofe sus pobladores puedan buscar refugio. Sería buenísimo pensar en eso, porque parece ser que por el calentamiento global la trayectoria de los huracanes cada vez va a ser más hacia el sur, afectando a las islas, especialmente Providencia. Se puede construir con contenedores bien anclados, que sirvan como búnkeres en tiempo de huracanes y que sus fachadas por fuera se hagan con todo el sabor de la arquitectura caribeña típica de Providencia. Es una idea de muchas.

Vamos todos por una digna recuperación de nuestro amado archipiélago, que también es Colombia.