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Benjamin Barney Caldas

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Miedo en casa

El miedo ha sido poco estudiado pese a ser una de las emociones primarias del ser humano

21 de septiembre de 2023 Por: Benjamin Barney Caldas

¡Se entraron los ladrones!, ¡se está quemando la casa!, ¡está temblando!, ¡se vino el vendaval!, ¡se inundó todo!, ¡las goteras no paran¡, son usuales alarmas, exageradas o no, de un peligro, real o no, que ninguna casa puede evitar totalmente por sí misma. Pero, como afirman Tiziana Cotrufo y Jesús Mariano Ureña en El cerebro y las emociones, 2018, el miedo ha sido poco estudiado pese a ser una de las emociones primarias del ser humano, lo que preocupa con respecto a la arquitectura pues lo que la diferencia de la simple construcción es que debe transmitir seguridad además de procurarla.

Por eso una buena casa tiene que estar protegida contra los robos y al mismo tiempo no debe transmitir temor a que estos se den, lo que depende de su época y lugar; antes generalmente se basaba en altos muros a su alrededor, pocas ventanas protegidas con rejas, y portones y contraportones con trancas por dentro; pero desde hace un siglo se comenzaron a usar cerraduras más seguras, y recientemente mallas electrificadas, vidrios blindados, y alarmas y vigilancia electrónicas. Es decir, que ahora una buena casa debe ser segura y parecerlo para la tranquilidad de sus habitantes.

Lo mismo hay que decir respecto a los incendios, los que dependen del clima y de los materiales e instalaciones eléctricas y de gas usados en la construcción; un iglú difícilmente se incendia pero un rancho de madera y cubierto con paja sí. Y además ahora una buena casa debe contar con extintores a mano y facilidad para su rápida y segura evacuación, lo que implica que las puertas de entrada deben abrir fácilmente hacia fuera, sobretodo las del acceso a los edificios de apartamentos, en los que los ascensores hidráulicos son más seguros en caso de estar en ese momento en uno de ellos.

Y mientras que un temblor fuerte resuena en una casa mal construida, en una buena no alarma tanto, y menos si se puede salir fácilmente y sin mayor peligro, o encontrar adentro lugares seguros y con el debido equipo: linterna, pito y agua embotellada. O un sitio entre sus muebles y no debajo de ellos y cuanto más grandes y fuertes sean, menos se compactaran y habrá más espacio para que pueda sobrevivir una persona; son los “triángulos de vida” de que habla Nhora Van den Berghe en Cómo sobrevivir a un terremoto, s.f., o Doug Copp, experto en mitigación de desastres (UN-UNIENET).

Una buena casa no deja entrar la lluvia, y en el trópico caliente y medio poco importa ya que pronto sale el Sol y seca lo que se ha mojado, pero hay que procurar no dejar muebles y otros objetos expuestos a la lluvia que esta pueda dañar, y que los que deban permanecer afuera sean resistentes a la misma. Además una buena casa permite percibir y gozar la lluvia, viéndola y oyéndola, y hasta sintiéndola si se quiere “cantando bajo la lluvia”, aumentando las emociones que aquellas deben procurar al cambiar gratamente la manera como se perciben y usan sus diferentes ambientes.

Pero ante los huracanes muy fuertes y los verdaderos terremotos es poco lo que puede hacer una buena casa, ya que depende mucho más de su ubicación que de ella misma. No obstante siempre hay que considerar que existen zonas con mayor riesgo sísmico o más sometidas al paso de los huracanes, y en que en esas zonas existen sitios mucho más vulnerables, y por consiguiente lo pertinente es tomar todas las precauciones más indicadas para cada caso, y no tener que gritar que ¡sigue temblando muy duro! o que ¡el vendaval arrecia! el día menos pensado, cuando ya para qué.

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