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Otro fin del mundo

Desde hace tiempo se dice que, según el calendario Maya, el mundo...

12 de diciembre de 2012 Por: Melba Escobar

Desde hace tiempo se dice que, según el calendario Maya, el mundo se acabará el 21 de diciembre de 2012. La teoría ha cobrado tanta fuerza, que en un buscador de internet, al poner “fin del mundo” aparecen cerca de un millón de resultados. Y más de un dirigente cae en el juego. Resulta inverosímil la aparición, en días recientes, de la Primera Ministra de Australia diciéndole a su pueblo que el planeta se va a acabar -el video puede verse en Youtube-. Y hay más: miles de personas han construido refugios mientras que cientos planean retirarse a las montañas rocosas de Bugarach, al sur de Francia, pues supuestamente ahí estarán protegidos de la destrucción. Por su parte, el Gobierno ruso envió una comunicación oficial a sus ciudadanos negando la destrucción de La Tierra aunque la histeria se ha instalado en varias poblaciones cerca de la frontera con China, donde ya no es posible conseguir velas, entre otras provisiones. Por cierto, si el mundo se va a acabar, ¿para qué son las velas, los enlatados, fósforos, botiquines y el agua embotellada? Lo cierto es que en varios países los almacenes de cadena y las tiendas de barrio han sacado provecho de este abastecimiento preventivo, del mismo modo que la industria cinematográfica, televisiva y editorial se ha lucrado de la teoría apocalíptica. Solamente ‘2012’, la película, recaudó alrededor de 900 millones de dólares en taquilla. También se han hecho algunos documentales, muchos amarillistas, algunos serios -o eso esperaría uno de History Channel-. El hecho es que tal ha sido la importancia que ha alcanzado el tema, que hasta la misma Nasa se vio obligada a hacer un pronunciamiento oficial diciendo que no, que el 21 de diciembre no se va a acabar el mundo. Resulta difícil creer que todo esto está sucediendo únicamente por cuenta del Calendario Maya. Lo cierto es que quizá en un planeta que no sufriera por la sobrepoblación, el cambio climático, el terrorismo digital, biológico y nuclear, es posible que esas teorías tuvieran menos espacio. Esto sumado a la crisis económica global y a la desesperanza en algunos países desarrollados, se convierte en un asidero firme para el Apocalipsis. Se calcula que el bendito final ha sido predicho unas 20 veces en la historia de la humanidad y que, a menudo, esto coincide con un estado de desesperanza y malestar social. Tal vez, el que en Colombia no haya tantos fanáticos de la teoría apocalíptica es un buen indicador. Tal vez significa que no estamos tan mal como creíamos. O tal vez, en nuestro caso, es apenas una preocupación menor, comparada con otras que tenemos. Eso, o el mundo ya se acabó y ni nos hemos dado cuenta. Quizá nos tomamos muy en serio todo esto y la teoría del 21 de diciembre no sea más que un invento de un grupo de personas que están hartas de la Navidad y no quisieron comprar regalos. Igual tendrán que salir a las tiendas el día siguiente, pero de nuevo: esta teoría y todo cuanto se relaciona con ella está llena de vacíos lógicos. Por mi parte, celebro que como humanidad sigamos inventando mitos colectivos con la fuerza de atravesar naciones, lenguas y culturas. Quizá quiere decir que a pesar de las diferencias, seguimos siendo una sola especie contando las mismas historias de hace miles de años. Al final, no somos tan distintos. Aún hoy nos conectan los mismos miedos y deseos. Y así haya unos más crédulos y otros más cínicos, lo importante es que tenemos una historia en común.