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¿Eso es lo que hay?

¿Qué dónde está el Presidente? Montado en un burro, o en un...

20 de febrero de 2013 Por: Melba Escobar

¿Qué dónde está el Presidente? Montado en un burro, o en un Willys, regalando casas en cualquier parte, ofreciéndoles “un mejor futuro” a los pescadores san andresanos, prometiendo un computador a cada niño colombiano desde Cartagena y sonriendo con su frialdad de monarca en las fotos del matrimonio de la hija del Procurador o del hijo de Pastrana. Está, en fin, en todas partes donde pueda haber una cámara, un público, o mejor, unos votos. El Primer Mandatario, sin haber comenzado del todo a gobernar, o sin que los resultados de su Gobierno así lo demuestren -más allá de muchos proyectos y promesas- ya está pensando en un segundo período. ¿Para qué, señor Presidente? Nos preguntamos muchos. ¿Para qué? “Pues para ser Presidente”, imagino que respondería él. Y es que a Santos se le ve muy cómodo en todas las fotos, es evidente que la pasa bien siendo Presidente, se le nota relajado, tranquilo y confiado cuando habla de ese libro sobre el “Nuevo Maquiavelo” que tanto le entusiasma. Le gusta que le identifiquen con un jugador de póker, con alguien que disfruta el poder por el poder, sin tener mucho más que hacer con él o sin interesarle realmente cómo usarlo, más allá de tenerlo. Un poco como las reinas de belleza, que aprenden a moverse y caminar, a sonreír y saludar y a responder con frases crípticas, pero que nadie entiende qué hacen luego de haber sido elegidas. Así ocurre a menudo con la política. ¿Qué hay detrás de los compromisos, los apretones de manos, las sonrisas? ¿Qué sigue después de la coronación? Hasta ahora, muy poco. Al parecer, lo importante es la corona. Luego del estruendoso fracaso de la reforma a la Justicia, la reforma a las pensiones ha sido recibida por el Ministro de Hacienda con evasivas. Eso sin mencionar al sector salud, donde la urgencia es evidente desde el primer día de Gobierno, sin que por ello se vean resultados a la fecha. Para empezar, sería importante que la Casa de Nariño se pronunciara de forma clara sobre sus prioridades en la agenda nacional. ¿Se apuesta a ambas reformas o a una sola y a cuál? Aunque es posible que este tema, como tantos otros, estén relegados a un segundo plano, pues el Presidente está muy ocupado haciendo campaña, aunque ayer, por fin, encabezó el Consejo de Ministros. Por otro lado, las negociaciones en La Habana no consiguen avances concretos, la economía reporta un crecimiento mediocre, el sector del agro está en crisis y las demás locomotoras de la prosperidad andan muy regular, como le pasa a la infraestructura, la vivienda, la innovación y la minería, que ha empezado a frenarse. En general, se podría decir que el Gobierno transmite una sensación de inoperancia y falta de mando que cada vez resulta más evidente al país. ¿Qué opciones tendremos, entonces? El uribismo afila los dientes y saca a desfilar a sus alfiles de turno. Aunque falta más de un año, parece mentira que no exista otra alternativa, distinta al autoritarismo o la desidia. ¿De verdad, eso es todo lo que hay? Algunos no perdemos la esperanza de que aparezca una tercera vía: Alguien que muestre un mayor interés por el país que por sí mismo. Alguien que no le apueste solamente a una buena imagen, sino a una buena gestión. En fin, alguien que no sea ni Santos ni Uribe y tampoco títere de ninguno. Visto así, parecería un deseo mínimo en una democracia cualquiera, sencillo, realizable y, sin embargo, al día de hoy, una verdadera utopía.