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Foto de referencia. Migración Colombia tramitó la deportación de la colombiana Echeverría desde Suiza. | Foto: Archivo de El País

Los pleneros de la 21

El coro sube ahora en las voces de los caminantes. La plena llama para acompañar con palmas este ritmo de la calle.

9 de febrero de 2022 Por: Medardo Arias Satizábal

En las calles del Harlem Hispano, sector también conocido en Nueva York como ‘El Barrio’, un grupo típico de Puerto Rico mantiene la tradición de la bomba, la plena y las denominadas ‘Fiestas de la Cruz’ con los denominados ‘rosarios salseados’.

Entre el ‘verano indio’, esa porción de sol que se niega a marcharse entre las primeras brumas del otoño, el Harlem Hispano, esa zona de Nueva York que todos reconocen como El Barrio, deja escuchar de pronto un pregón, bajo los balcones descalabrados donde mujeres venidas de las ‘Indias Occidentales’ ponen a secar ropa, de frente al griterío de las sirenas policiales y el ‘cantazo’ (golpe) de un bate contra una bola que se estrella en aviso oxidado de la pizzería: “Yo no bailo con Juana/ yo no bailo con Juana/ yo no bailo con Juana porque Juana tiene juanete...”.

La gente se agolpa de pronto en torno a los músicos que agitan panderetas y cantan a coro, como queriendo despertar a todo este vecindario de la calle 110. El coro sube ahora en las voces de los caminantes. La plena llama para acompañar con palmas este ritmo de la calle.

Los que provocan tal alboroto son ‘Los Pleneros de la 21’, grupo típico de Borinquen, quienes desde hace 40 años cultivan en Nueva York los ritmos tradicionales de suisla: la bomba y la plena, a través de conciertos en Central Park, iglesias, callejones, centros culturales y aquí mismo, en el corazón del Harlem Hispano, el barrio neoyorkino donde Tito Puente se inició como bailarín.

Una de las plenas más típicas de su repertorio es la antigua ‘Cortaron a Elena’, así como la plena ‘A San Germán’, cuna de grandes peloteros. Y la fiesta continúa en el aire de la calle: “La plena que yo conozco no es de la China ni del Japón/ porque la plena viene de Ponce/ viene del barrio de San Antón...”. Alusión directa a un barrio que casi dejó de existir en la señorial Ponce.

En la ‘Mayamización’  de Puerto Rico, han desaparecido también los viejos barrios, no así la música raizal ni los asentamientos afro caribeños, como Loíza Aldea, en las afueras de San Juan, donde realizan cada año el Festival de Bomba y Plena, al tiempo que en Ponce, los 19 de noviembre, se festeja el día nacional de estos ritmos.

Los Pleneros, ya aclimatados en Nueva York, deben su nombre a la famosa ‘Parada 21’ de Santurce, lugar de ‘bembeteo y guerras cuchifreteras’, un espacio de la caribeñidad pura, en la ruta de la ‘guagua’ (bus) que recorre la hoy zona metropolitana de San Juan. En dicha estación era posible, en otros días, encontrar a Daniel Santos dándose un ‘palo’ (traguito) con Pedro Flores, o a Rafael Cortijo discutiendo con Tite Curet y con Maelo, el ‘Sonero Mayor’.

Los ‘Pleneros de la 21’ le cantan permanentemente a la nostalgia de sol y mar que acosa a los boricuas en Nueva York. No hay cosa que más desespere a un puertorriqueño en esta ciudad, que la llegada del invierno.

Dirigidos por Juan Gutiérrez, un estudioso de las tradiciones puertorriqueñas, Los Pleneros integra a los hermanos Alberto y Roberto Cepeda, así como a Nellie y Sammy Tanco; José Lantigua, Edgardo Miranda, Ricardo Pons, Juan Usera, José Rivera y Víctor Vélez.
Reconocidos ya en Hawái, Connecticut, Massachusetts y todo el estado de Nueva York, ellos han llevado sus cantos típicos hasta los mercados hispanos donde se vende yautilla y malanga, y también a los recintos universitarios donde en ocasiones eran acompañados por el poeta Pedro Pietri, figura central del ‘Newyorrican Poets cafe’, el sitio bohemio del Lower East Side, ahora reconocido como ‘Loisaida’.

Pietri era un excéntrico poeta que se hacía llamar ‘reverendo’ e iba por las calles con sombrero de pastor protestante y maletín de negocios blindado. Caminaba lento sobre sus botas de veterano de Vietnam y en más de una ocasión se salvó de ser linchado cuando aparecía en los templos con una cruz al hombro, de la que colgaban decenas de condones de colores. Era el autor de una versión ‘jodona’ de ‘En mi viejo San Juan’, en spanglish, cuyos versos dicen más o menos: “En mi viejo San Juan/ subió el precio del pan/ yo me voy pa’ Manhattan... to El Barrio I went/ in pursuit of low rent/ in a five room apartment/ where my neighbors will be/ Puerto ricans like me/ dressed in tropical garments...”
(“Hacia El Barrio yo fui/ en busca de arriendo barato/ en un apartamento de cinco cuartos/ de puertorriqueños como yo/ vestidos con prendas tropicales...”).
Sigue en Twitter @cabomarzo

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