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¡Líbrame de la locura!

Durante mi residencia en los Estados Unidos, tuve seguro de salud hasta...

28 de febrero de 2013 Por: Medardo Arias Satizábal

Durante mi residencia en los Estados Unidos, tuve seguro de salud hasta que mi esposa falleció; un seguro, hay que decirlo, similar al de un congresista gringo, pues ella era profesora universitaria.Cuando ella dijo adiós, la universidad me propuso continuar con el seguro, sólo que debía pagar más de US$600 al mes; en un viaje a Colombia, resolví el asunto: me curaría con plantas, como los abuelos. Compré a una monjitas el libro ‘Con plantas, la salud al alcance de tus manos’, de la hermana María Fanny Velásquez V., Misionera de la Madre Laura.Cuando tuve insomnio me apliqué una onza de toronjil, una de salvia, raíz de valeriana y romero, puse compresas de flores de violeta en la cabeza, y clara de huevo en la frente. Santo remedio.Cuando la tos me atacaba en invierno, en las noches de Connecticut, tomaba una taza con anillos de cebolla, la cubría con azúcar y jugo de limón hasta el otro día, o tomaba el cocido de tres hojas de eucalipto, tres de nogal, salvia y frutos de pino machacado. Esto, con las inhalaciones de flores de albahaca, me ponía a respirar como un toro sano.Para purificar la sangre, gualanday y zarzaparrilla; para limpiar de bichos armarios y closets, ramas de ajenjo; para dientes blancos, hoja de salvia o carbón vegetal molido, aplicados con el dedo, y para mantener la panza a raya, masajes de artemisa con sal Epson, alcanfor y mentol.Pero, qué curioso, el libro enseña también a introducir clavos perfectos, sin torcerlos -cuando he usado martillo, siempre estos pierden la cabeza- para lo cual es menester “meterlos previamente en manteca de cerdo, o untarles saliva…”.Con los consejos del clavo, la discípula de la Madre Laura trae un consejo de oro para disminuir el apetito sexual: “Tome diariamente en ayunas, jugo de varios limones en agua; pique cilantro crudo en los alimentos, beba una infusión de lechuga tres veces al día, o una pastilla de Sulfatiazol, por catorce días, en ayunas. Finalmente, coloque alcanfor dentro de su ropa interior, “estando guardada…” (Sic).Algunas recetas son mágicas; para el guayabo, recomienda dos tomates maduros, 1 limón, 10 gotas de boldo, todo licuado en hielo, y para la gordura, “colgar sobre el fogón tres tallos de siempreviva, con la intención de que la planta seque la grasa de la persona que la cuelga…”. De todos los males leves a enfrentar en la vida, agradecí entonces no ser visitado por la locura, azote para el cual la madre María Fanny recomienda una fórmula, más que remedio, un reto: “Un perro recién nacido, ojalá de menos de tres días, en sancocho. Cada seis meses, uno. Con tres tiene. Entre más fino, mejor…”. Estas tomas deben alternarse con el caldo de ojo de res, preparado en gelatina, el cual está probado “para la debilidad cerebral…”.Oré para permanecer más o menos cuerdo en EE.UU., pues algunos de los ingredientes para la locura son difíciles de conseguir ahí. La Madre agrega, con respecto a los desarreglos de la razón: “Ponga a tostar al horno un cuerno de res. Muélalo y tome medio gramo con cada comida. Al terminar esto, tome una purga. Después de dos días del laxante, rápese la cabeza, y permanezca en un cuarto bien abrigado. Aplíquese en la cabeza un cataplasma tibio de miel de abejas; riéguele encima polvo de nuez moscada y, encima de esto, mostaza en poca cantidad. Sobre la mostaza, más miel tibia y luego amárrese un pañuelo o trapo a manera de turbante en la cabeza. Debe permanecer en una pieza donde no entren brisas. Dormir hasta que despierte de por sí (sic). Esto se hará por varios días. Si la locura es de frialdad o debilidad, la curación será fija…”.

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