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Fue en ‘El Bembe’

“Me emborraché y la embarré”, reconoció ‘El Bolillo’ Gómez a un periodista...

11 de agosto de 2011 Por: Medardo Arias Satizábal

“Me emborraché y la embarré”, reconoció ‘El Bolillo’ Gómez a un periodista deportivo, después de presentar renuncia como entrenador de la selección nacional de fútbol, y de encarar ahora una denuncia penal ante la Fiscalía.Todo pasó en segundos, en un sitio conocido como ‘El Bembé’; desde entonces, el “bembeteo”, palabra cubana para definir el chisme y el rumor, la conseja y el bochinche, rodean al otro día laureado conductor deportivo.Un acto como éste, obligaba a una renuncia inmediata y no a una simple carta con promesa de enmienda. No es sano para Colombia, para su niñez y juventud deportiva, tener al frente de la selección a un atorrante; alguien, que, dicen los que lo conocen, habla mal, profiere vulgaridades y mantiene en su conducta personal aires pendencieros.El entrenador de un equipo nacional, de cualquier deporte, debe ser ante todo un caballero; cuidar su lenguaje, vigilar sus copas si las toma en público, y aprender a soportar las críticas, sobre todo en Colombia donde el fútbol, deporte al que van a parar miles de millones cada año, es en los últimos lustros un símbolo de fracaso.Poco se ha hecho en el país, hasta hoy, para frenar el abuso doméstico. Somos uno de los países donde más se maltrata a las mujeres, y donde menos se denuncia este delito. En los Estados Unidos es criminal; si alguien agrede a una mujer, la policía no pregunta motivos, sino que persigue al agresor, le pone esposas en las muñecas y lo deposita en una cárcel, sin derecho a fianza. De hecho, la diferencia con nosotros, es enorme.Lejos está Gómez de esos tiempos en que era el escudero de Maturana, cuando el fútbol nacional alcanzó aquel histórico 5-0 en El Monumental. Junto al entrenador chocoano, vive hoy de los recuerdos, pues independientemente de aquella gesta, nuestra selección absoluta agoniza entre la nadería y las victorias morales.No se entiende cómo alguien que está en el vórtice del huracán deportivo, puede perder tan fácilmente sus cabales. Un entrenador es como un árbitro, alguien que cultiva durante toda la vida el cuero duro para soportar las peores diatribas.Acabo de ver un vídeo aficionado que realizó la abogada caleña Sonia Nowogroder en Argentina, en el momento del 5-0, esas imágenes que la televisión oficial nunca transmite. Estaba ella en medio de la tribuna, filmando, grabando todo. Cuando sale al campo la selección colombiana, sólo se escucha el coro mentándole la madre a nuestros futbolistas. Luego Sonia fue agredida y debió pedir protección policial para salvar su vida, después de gritar, entre aquella jauría, cinco goles colombianos.El ‘Bolillo’ estaba ahí, junto a Maturana, aquel 5 de septiembre de 1993. Creo que en su vida ha escuchado ofensas peores, por la calle, en sitios públicos, con la impavidez de los árbitros que a veces son odiados por todo un estadio y sacados a camerinos entre un cerco de escudos policiales.Se dirá que es “humano”, pues claro que lo es; pero ante todo es el representante de un país, alguien que se debe a una afición, a la juventud, a los niños, y por su experiencia sabe que debe respetar a ese pueblo que soporta, también con estoicismo, los fracasos.Gómez, como Maturana, no pueden seguir viviendo del 5-0; es hora de despertar y demostrar que un país con más de 50 años de tradición futbolística, merece algo más que un empate contra la URSS, un gol de Marcos Coll, y una tarde victoriosa en El Monumental.

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