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¿Tacones o alpargatas?

A mí me gustan más las mujeres con tacones, cuando la ocasión lo amerita claro está. Les realza la figura, les levanta la cola y les da cierto aire avasallador que a muchas les sienta muy bien.

19 de septiembre de 2022 Por: Mario Fernando Prado

Como anda una polémica porque el ‘careniño’ del alcalde de Medellín se atrevió a decir que los hombres o mejor los varones -que no es la misma cosa- ‘preferimos’ a las mujeres sanas mas no altas y se le vino el mundo encima, pues este pajarraco da su opinión, así me tilden de machista y todas esas cosas que me endilgan Gloria H y sus secuaces (¿o secuazas?).

A mí me gustan más las mujeres con tacones, cuando la ocasión lo amerita claro está. Les realza la figura, les levanta la cola y les da cierto aire avasallador que a muchas les sienta muy bien. Esos centímetros -cuando no centímetrotes- de más, las hacen crecer de cuerpo y espíritu moldeando sus figuras y les imprimen un aire de distinción y señorío.

Ahora, que los tacones son perjudiciales para la salud, léase para las rodillas, la columna y los pies, es otro paseo y también para mantener el equilibrio porque he visto unas gigantonas paradas sobre unos zancos Everest que no me explico cómo no se van de bruces y se estampillan en el suelo estruendosamente.

Pero unos tacones bien manejados, sin extravagancias y usados para la debida ocasión, me parecen un aderezo ideal para eso que llaman el complemento de la vanidad.

Sin ir más lejos, los otrora llamados tenis que sólo servían para hacer deportes, que los denominaban los quesos que eran propensos a generar la desaparecida pecueca, se están vistiendo de gala y combinan -como les parece el exabrupto- con trajes de gala, esmoquin (¿o smoking?) vestidos largos y saco levas y tienen unas suelas que aumentan las estaturas de sus usuarias (os) que lucen con el mayor desparpajo.

En lo que si no estoy de acuerdo es en la moda chancletera con esas anodinas y displicentes chanclas plásticas y de caucho-sol que separan el dedo gordo de los otros cuatro y que muestran unos pies mal cuidados y desarreglados.

Otra cosa son las bellísimas alpargatas, herencias ancestrales que ya vienen hasta con tacones incorporados y que se lucen y hacen lucir a sus usuarias y que dan altura, garbo y un ‘no sé qué’ muy chic.

De todas maneras, seguiré prefiriendo los tacones que siempre me recodarán a esa inolvidable política conservadora caleña, Merceditas Lloreda de Garcés que se defendió a taconazos de un grosero politicastro que pretendió faltarle el respeto y recibió su merecido, dándole a este adminiculo un uso de defensa personal que ‘nadies’ se imaginó.

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Postdata. La reinstalación de la estatua de Sebastián de Belalcázar no tiene reversa. Una vez superado el horror ortográfico que fue un imperdonable error y ya corregida la leyenda alterna, por fin volverá a su sitio este símbolo de nuestra ciudad. Ignoro si habrá una programación oficial con bombos y platillos, pólvora, discursos, cánticos vernáculos, ofrendas florales, misa y bendiciones. Ojalá que no. Que la pongan y punto. Ya veremos si después se hace algún evento. Ojalá quede bien asegurada, por la gracia de Dios.

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