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Se nos fue Nieves

ero la vida es así, tanto que nos arrebata de un tirón lo que creíamos que siempre estaría allí, como la Estatua de Belalcázar, que a propósito, ¿qué pasó con ella?

11 de octubre de 2021 Por: Mario Fernando Prado

Se fue del lugar de sus inspiraciones, de la suave brisa que baja refrescante de los Farallones, de la manga viche y el chontaduro, de su salsa y su pescao frito.

Se llevó sus corotos y de paso, arrastró con héctor, más fiel que Lotario el de Mandrake y que Olafo el de Helga.

Se nos fue Nieves, la única mujer a la que no le pasan los años, no se le ha caído la cola y sin perder esa gracia, a ratos tierna y a ratos perversa, se marchó sin decir adiós y se alejó llevándose su música para otra parte.

Pero es que ha sido tan inteligente y tan brillante que sé que a no ser por esta nota nadie se habría dado cuenta porque esté donde esté, seguirá inundándonos con su picaresca y su frescura, bálsamo que disfrutamos desde cuando la Sexta era de doble vía y existían el Teatro Aristi, el Gambrinus y mucho antes de que Jovita fuera Jovita y el Loco Guerra no fuera ídem.

A mí me produce nostalgia la ida de Nieves. Es como si nos hubieran quitado el pandebono recién horneado, el espantoso champús o la grosella con sal que ya no se ve por nuestras calles.

Pero la vida es así, tanto que nos arrebata de un tirón lo que creíamos que siempre estaría allí, como la Estatua de Belalcázar, que a propósito, ¿qué pasó con ella?

Su progenitora decidió alzar vuelo luego de soportar con estoicismo la pandemia y el paro, que le produjeron unas terribles nostalgias que no pudo superar a pesar de su vecindad con el río cantarino y sus cada vez más pocos amigos que le acompañaban en esas tardes caleñas que nunca volvieron a ser lo que fueron.

El desconsuelo fue tal que su madre putativa también se fue de aquí, y no a una playa solitaria o a una casita arriba del cerro enclavada, sino a un lugar peor, lleno de contaminación y desespero, en el que se congelan hasta las más ardientes pasiones.

Pero debió atender el llamado de sus hijos que la reclamaban cerca a ellos para darle todo su calor y compañía.

No obstante lo anterior, ni sus papeles en blanco, ni sus plumillas untadas de tinta china y menos sus ocurrencias, ha prometido dejarlas y por el contrario creo que sacará una Nieves recargada ‘made in’ Bogotá con más salero y con más denuncias tal como ha sido su ciclo vital.
Porque uno dificulta una producción más prolija que esa Nieves de todas las horas.

Desde Bogotá y desde cualquier lugar del mundo, Nieves nos seguirá sorprendiendo día tras día, llueva, truene o relampaguee con su cáustica candidez y con esas verdades que a veces nos duelen pero que son los gritos desesperados de la caleñidad.

Renglones atrás hablábamos de la estatua de San Blando que se reinstalará el día que no tendrá cuando y pienso que Cali le debe una estatua a Nieves quien ha estado con nosotros por casi 60 años y los que le faltan.

Propongo que el maestro Diego Pombo la perpetre y que hagamos entre todos una vaca para financiarla. Yo pongo el case. No sé de donde lo voy a sacar, pero lo hago. ¿Quién más se le apunta?

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