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Oportunidad para Buenaventura

Antes que nombres, hay que buscar una persona que conozca amplia y de primera mano las oportunidades, las urgencias y las carencias de la ciudad.

8 de octubre de 2018 Por: Mario Fernando Prado

El primer puerto de Colombia no puede seguir con alcaldes espurios, tal como ha sucedido con sus últimos cuatro mandatarios que han terminado tras las rejas, envueltos en escándalos de corrupción y demás delitos.

Al último -junto con su hijo y otras personas- le ratificaron el pasado viernes y en segunda instancia, la medida de aseguramiento intramural por lo que deberá ser nombrado un nuevo burgomaestre o como decían antes un ‘guardián de la heredad’. ¡Vaya paradoja!

Según la ley, quien reemplace a tan egregia figura pública deberá ser de su mismo movimiento político o sea del Partido de la U, mediante una terna presentada por la gobernadora Dilian Francisca Toro al presidente Iván Duque quien dirá la última palabra.

Esta pues es una gran oportunidad para sanear -si es que se puede- la llamada Ciudad-Puerto que no se merece seguir con corruptos y oscuros personajillos que terminan encalabozados siendo además unas vergüenzas públicas de marca mayor.

Y como decía Rodrigo Escobar Navia, Cali capital Buenaventura, ojalá que también los caleños y vallecaucanos pudiéramos participar en la preselección -esta vez a dedo- de quien regirá los destinos de un puerto que naufraga en medio de una corruptela atroz, mientras que las ingentes necesidades de sus habitantes se hacen cada vez más y más urgentes y a punto de estallar.

Por eso es que, antes que nombres, hay que buscar una persona que conozca amplia y de primera mano las oportunidades, las urgencias y las carencias de la ciudad, con una experiencia que le permita no llegar a enterarse y menos a improvisar, que reúna las distintas vertientes políticas, que no se deje mangonear, que llegue con un plan de gobierno tangible y posible, que le quepa el puerto en la cabeza, que no tenga pasado borroso ni padrinos ni ahijados que lo comprometan y lo metan en problemas.

Y algo muy importante: que tenga la capacidad para ser oído en Bogotá, que tenga ‘llegada’ a las altas esferas del poder, que se pueda pasear por el Congreso de la República y sepa qué puertas tocar y cuáles no abrir, que piense en grande sin descuidar las exigencias cotidianas de un pueblo con sed, sin servicios médicos, sin educación, sin trabajo y todo ese rosario de falencias que vuelven la vida imposible en ese bello puerto del mar.

El nuevo alcalde o alcaldesa deberá tener contacto permanente con el sector gremial y empresarial, con las entidades regionales, nacionales e internacionales, con un perfil de gerencia social que hoy más que nunca se reclama.

Ojalá pues la gobernadora tenga el acierto de configurar esa terna con personas de estas calidades, menos parroquiales, con visión más amplia, profesionales, con capacidad de administrar y sobretodo sin tacha moral alguna. De lo contrario, Buenaventura seguirá desbaratándose hasta que una turba enardecida le meta candela y hasta ahí llegamos.

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