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El cartel de las invasiones

En muchos casos esas invasiones se realizan en complicidad con los propietarios de la tierra, quienes a través de un tercero acuerdan perpetrar estas fechorías a cambio de ser socios por debajo de la mesa.

17 de septiembre de 2018 Por: Mario Fernando Prado

Con el informe publicado el pasado domingo en El País en torno a lo que está sucediendo en la hacienda Quesadas, aquí no más al margen derecho de la Avenida Cañasgordas dirección norte-sur, queda evidenciada la actividad ilícita de un cartel de las invasiones que está haciendo de las suyas en su actividad delictiva.

Conocido es que las invasiones no las promueven unos cuantos desarrapados que llegan a un terreno, montan un cambuche, plantan una bandera de Colombia -al lado de una antena de Directv- y se vuelven propietarios de una tierrita a la que con el tiempo hay que ponerle agua, alcantarillado, energía legal y ahora hasta internet y ‘uifi’ ante los ojos y oídos de unas autoridades que nada hacen por hacer respetar el derecho a la propiedad.

Apenas dos semanas atrás llegaron a Pico de Águila -arriba de Pance por La Vorágine- varios yipaos cargados de indígenas que arribaron a un predio en calidad de ‘observadores’ porque están ‘interesados’ -con la venia del Estado-en asentarse e instalarse allí, dicen que con la aquiescencia del dueño del terreno.

Y es que en muchos casos esas invasiones se realizan en complicidad con los propietarios de la tierra, quienes a través de un tercero acuerdan perpetrar estas fechorías a cambio de ser socios por debajo de la mesa y repartirse al marrano de manera vulgar y descarada.

Eso exactamente está sucediendo en la tal hacienda Chontaduro cuyos propietarios afirman que quienes la invadieron (con su guiño, claro está) están ofertando lotes para que incautos pendejuanes compren predios en donde ya hay casas-quintas con pesebreras, piscinas y lagos.

Pero lo más grave y ultrajante es que anuncian con bombos y platillos un acceso tipo autopista que construyeron en terrenos de propiedad de Quesadas configurándose otra invasión más sin que las autoridades Jamundeñas hayan hecho algo por impedirlo.

Y ahí no termina la cosa: se ha presentado una deforestación inicua en la loma de lo que viene siendo el Parque Farallones sobre lo cual, tampoco se ha hecho nada.

El jueguito entonces fue bien sencillo: por una parte , se creó el problema del acceso a Chontaduro que tenía un camino de herradura para llegar hasta allí y cuando ya estuvieron asentadas cientos de familias, se hizo la autopista de acceso para vender por otra parte, señores lotes a precios de parcelaciones campestres con todos los servicios.

De nada han valido las acciones legales y jurídicas de quienes han pagado impuestos durante más de medio siglo y están explotando la tierra cumpliendo con todos los requisitos habidos y por haber. Es tal el poder del cartel de los invasores que siguen muy orondos burlándose de la ley y frotándose las manos porque no hay autoridad que les ponga su merecido ‘tate quieto’.

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Posdata: El discurso incendiario de Gustavo Petro en Zarzal el pasado viernes 14 de septiembre fue un sartal de mentiras que solo busca enfrentar a la mayor generadora de empleo del Valle del Cauca con quienes laboran en ella.

Urge que desenmascaren estas atrocidades.

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