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Haciendo la América

En la década de los 90, los años oscuros de las privatizaciones en América Latina, en medio del boom modernizante de corte neoliberal y de rápido crecimiento económico impulsado por el popular presidente Felipe González, gobierno y empresarios españoles emprendieron una suerte de reconquista de América que resultó tan mala como la Conquista en el Siglo XVI.

20 de abril de 2017 Por: María Elvira Bonilla

En la década de los 90, los años oscuros de las privatizaciones en América Latina, en medio del boom modernizante de corte neoliberal y de rápido crecimiento económico impulsado por el popular presidente Felipe González, gobierno y empresarios españoles emprendieron una suerte de reconquista de América que resultó tan mala como la Conquista en el Siglo XVI.

Negra es la huella de su paso por Argentina, Chile, Uruguay, México, Perú y Colombia adquiriendo bancos y empresas de servicios públicos, de telefonía, montados sobre la política de privatizaciones y desmonte por parte de los gobiernos latinoamericanos de un Estado considerado ineficiente y corrupto para abrirle el espacio a un sector privado, internacional en alto grado. César Gaviria fue el campeón en Colombia y empezó una venta, y la olla ya está raspada, de empresas ya establecidas a precios de ganga en muchas ocasiones.

En esa danza de los millones en países sometidos a duros ajustes por el sobreendeudamiento de la década anterior -poco o nada de la economía real- enriquecieron miembros de las elites gobernantes, con Carlos Slim a la cabeza. Movimientos económicos enormes en medio del festín de los privilegios, los sobrecostos y las subvaluaciones de los bienes públicos entregados, aderezados con altas dosis de sobornos y corrupción. Literalmente, y a semejanza de sus antecesores los conquistadores de estas tierras a nombre del Rey de España, vinieron a “hacer la América” para luego regresarse con la bolsa llena del botín del saqueo a los patrimonios nacionales.

La toma de las empresas de servicios públicos estuvo en la mira y las que no compraron entraron a operarlas por medio de contratos o concesiones que firmaron con la misma mentalidad de conquistadores abusivos.

Acá en el país, el mejor ejemplo de esto es Electricaribe e Inassa, la operadora de las redes de acueducto en Barranquilla (‘La Triple A’), Santa Marta (Metroagua) y Riohacha (Inassa-Assa). En la costa Caribe se dio una verdadera rebelión contra Electricaribe que terminó en la liquidación del contrato por el Gobierno Nacional, a riesgo de tener que enfrentar una cuantiosa demanda por parte de la empresa española que, como en la conquista medieval ha contado con el respaldo de los reyes, padre e hijo, que defienden a capa y espada los intereses de sus súbditos.

Los samarios con el exalcalde Carlos Caicedo a la cabeza dijeron #MetroaguaNomás! y con una acción popular sacaron a los españoles el pasado 17 de abril, después de 20 años de mal servicio. Y tenían razón. La plata que no invirtieron en mejoramiento de redes fue a dar al bolsillo de un puñado de españoletes. Acaba de ser detenido en España por corrupción el amo y señor del negocio del agua en las tres ciudadades: Edmundo Rodríguez, quien puso a marchar el plan trazado por su jefe Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, para la expansión de la empresa Canal Isabel II en América Latina y hacer del agua un negocio movido por las utilidades y no la calidad del servicio, actuando siempre con la complicidad de los gobiernos locales y los caciques políticos. El tsunami de delaciones de sobornos que se viene será similar al de Odebrecht dejando al desnudo el fracaso de la reconquista española.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla