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Diatriba costeña

Da rabia oír el cacareo y la quejadera lastimera y amenazante de...

27 de agosto de 2010 Por: María Elvira Bonilla

Da rabia oír el cacareo y la quejadera lastimera y amenazante de los dirigentes políticos costeños que piden más presupuesto en su gaseoso discurso sobre la Región Caribe. Ellos que son los reyes del despilfarro y la irresponsabilidad en el manejo de los recursos públicos. Con ello ensucian la belleza y riqueza natural de ese territorio de encanto con su cultura llena de fuerza, un pueblo noble y creatividad a borbotones. Pero en cuestión de construcción de ciudadanía, de solidaridad, equidad y convivencia social, se rajan. Cuando se trata de contratación pública, son los campeones del todo vale, del fin justifica los medios, del CVY (como voy yo), de la laxitud frente a los compromisos y en términos de compromisos laborales, de tenencia de la tierra, están, con sus desigualdades, en las antípodas de lo que es una sociedad moderna. La realidad de la monstruosa distribución de las regalías, que llevó de urgencia al gobierno Santos a tramitar una ley de compensación que permita equilibrar el acceso a los frutos de la nueva riqueza minera y petrolera del país, es la más clara evidencia de los injustificados reclamos de la dirigencia costeña. Como región Caribe, los departamentos y municipios de la Costa Atlántica recibieron en los últimos seis años, el 27% de los $20 billones, -US$10.000 millones- que son el total de la regalías directas entre 2002 y 2006, por concepto de extracción y transporte de petróleo, carbón, niquel y otros minerales. Sin embargo, en esta región, igual que en el Casanare y el Meta, están concentrados alarmantes bolsones de miseria. Fue en estas zonas donde precisamente se fortalecieron, con gran aceptación social, los grupos paramilitares con sus redes de corrupción asociadas a las administraciones locales y ávidos captadores de recursos de regalías. En cada departamento costeño hay lunares de atraso. Allí subsisten municipios como Carmen de Bolívar, al que se le ha financiado tres veces el acueducto y la gente aún no dispone de agua potable, o Tolú y Coveñas con sus calles intransitables, sin agua potable y un manejo ambiental deplorable, a costa de la calidad de vida de sus habitantes; o San Onofre en Sucre, nido de corrupción y de parapolítica, de matrimonios entre los paramilitares de Cadena y Diego Vecino con senadores y representantes sucreños, con varios alcaldes y concejales en la cárcel y una pobreza rural dolorosa; o Magangué con la insaciable ‘Gata’ y su dinastía familiar que controlan al centímetro el municipio; o Chiriguaná en el César, o Cantagallo en el sur de Bolívar que forman parte del paquete de los siete municipios con mayores recursos per capita del país y que a duras penas alcanzan una de las seis certificaciones que miden coberturas mínimas en salud, educación, agua potable, alcantarillado y mortalidad infantil, indicadores mediante los cuales la Dirección de Regalías de Planeación Nacional les hace un seguimiento a los recursos girados.Señores dirigentes costeños, dedíquense a depurar la política y a administrar con pulcritud los recursos públicos, que son muchos. No más bulla ni más cacareo, que se merecen su suerte. Pedir más es un despropósito y un irrespeto con la gente y con el país.