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Magia real

En realidad, era una sencilla reunión de gente comprometida, apasionada y obsesionada con la idea de trabajar por la gente. Y es así como a mí me gusta responder cuando afuera me preguntan qué es eso de Compromiso Valle.

8 de diciembre de 2023 Por: Ossiel Villada

El pasado martes en la noche Ricardo Sierra, presidente de Celsia —una de las más grandes compañías del sector eléctrico en Colombia—, hizo una confesión tan generosa como poderosa: “Es la primera vez en mucho tiempo que los paisas sentimos envidia de los vallecaucanos”.

Esas fueron las palabras que usó para expresar la admiración que le genera Compromiso Valle, esa iniciativa que en poco tiempo ha logrado convertirse en un nuevo paradigma de trabajo social para Colombia y el mundo.

Ricardo no es la única persona a la que le he escuchado cosas tan bonitas e impactantes como esa. Puedo dar fe de que en Bogotá, donde algunos de verdad piensan que allá son ‘2.600 metros más inteligentes’ que los que vivimos en el resto del país, hay gente preguntándose cómo es este cuento del compromiso que nos ha convertido a los vallecaucanos en un ejemplo que todos quieren seguir. Y hay muchos incluso organizando excursiones para venir a ver qué fue lo que hicimos.

Pero no es de halagos ni de puyas regionalistas de lo que quiero hablar. Así que mejor sigo contándoles lo que vi el martes en la noche. Ocurrió en el Club Colombia. Y ese no es un detalle menor, ni casual, pues esa edificación fue asociada durante muchos años a una narrativa de lucha de clases que históricamente nos mantuvo divididos a los vallecaucanos.

Ese lugar, en la noche del martes, estuvo tocado por algo que a mí me gusta llamar ‘magia real’. Es decir, no la magia ficticia y efímera que surge del truco ilusionista de un mago, sino la magia tangible y perdurable que brota de la voluntad humana.

Además de Ricardo, había allí gente tan importante como los presidentes y altos directivos de Fanalca, Carvajal, Manuelita, Gases de Occidente, Smurfit Kappa, Bivien y casi un centenar más de empresas vallecaucanas.

Y junto a ellos, sentados en la misma mesa, compartiendo manteles y conversaciones, había gente tan importante como los creadores de la huerta urbana ‘La Medalla Milagrosa’, que hace un aporte invaluable a la seguridad alimentaria de la Comuna 14, al oriente de Cali. Y las mujeres de la Asociación Resurgir, que transforman vidas creando artesanías a partir de textiles. Y la gente de Colágeno Zamora, un emprendimiento macondiano que transforma las escamas del pescado en un poderoso insumo para la salud.

Y muchos más. En realidad, era una sencilla reunión de gente comprometida, apasionada y obsesionada con la idea de trabajar por la gente. Y es así como a mí me gusta responder cuando afuera me preguntan qué es eso de Compromiso Valle.

Aunque también me gusta mucho la definición que le escuché el martes a María Isabel Ulloa, quien ha liderado, con un fantástico equipo compuesto en gran parte por mujeres, esta revolución pacífica: “Compromiso Valle no es filantropía, somos innovación social pura”, dijo ella.

Pero las definiciones dicen mucho menos que los resultados: más de 2.800 nuevos emprendimientos consolidados, más de 3.000 personas empleadas, casi 4.500 jóvenes que pasaron de la protesta justificada a la propuesta empoderada. Más de 318.000 raciones alimenticias entregadas para luchar contra el hambre.

Y más, muchísimos resultados más que se han logrado a partir del trabajo colectivo de gente de todas las condiciones como la que se juntó el martes para premiar a los mejores líderes sociales de la región. Eso, en resumen, es magia pura, magia real.

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