No al puerto de Tribugá
Vuelve y juega el sirirí del ambicioso proyecto del Puerto de Tribugá. El plan Nacional de desarrollo tiene en máxima alerta a los habitantes de la bella región de Nuquí en el Chocó debido a que pretende revivir la...
Vuelve y juega el sirirí del ambicioso proyecto del Puerto de Tribugá. El plan Nacional de desarrollo tiene en máxima alerta a los habitantes de la bella región de Nuquí en el Chocó debido a que pretende revivir la construcción del puerto que pasaría por su zona biogeográfica.
Reuniones con políticos del Eje Cafetero, trinos y la reactivación de una mesa de conversaciones con autoridades y empresarios de Risaralda, Quindío, Antioquia y Chocó demuestran la amenaza que se reactiva en el artículo 78 del PND y que defiende la construcción de un puerto de aguas profundas en Tribugá, Chocó.
El sueño de Tribugá nació a comienzos del Siglo XXI y se materializó en una primera etapa en 1997 cuando empezó a verse como una alternativa para conectar la zona cafetera con el mar Pacífico. Luego de estar engavetado por décadas en el año 2008 se reactivó bajo el mandato presidencial, pero rápidamente la comunidad de la mano de Codechocó, organizaciones independientes y los consejos comunitarios lograron declarar el territorio como distrito regional de manejo integrado, una figura que los protegió ambientalmente.
La sociedad portuaria 'Arquímedes' es la encargada del proyecto que pretende construir un muelle de hasta 3600 metros de longitud, con profundidades entre 15 y 20 metros y capacidad para recibir barcos de hasta 200.000 mil toneladas.
La justificación de empresarios, políticos y el Ministerio de Transporte actual, es que el Puerto traería múltiples inversiones y desarrollaría ‘miles’ de trabajos y carreteras que conectarían poblaciones remotas de la zona.
Lo que están olvidando los promotores de ‘Arquímedes’ es que el puerto de Tribugá acabaría con el 50% del manglar de esa zona del Chocó y que se perderían aproximadamente 916 hectáreas de las 2000 que existen en la actualidad. Que los cambios en los niveles de ruido, sedimentos, temperatura afectarían a las 1500 ballenas jorobadas que vienen a parir en las aguas calientes del Pacifico cada año; que los peces, las aves y las tortugas se verían afectadas por los costos medioambientales de tal proyecto, y que con la llegada de barcos de gran tamaño se pone en riesgo la pesca artesanal de las comunidades ancestrales de la región.
Pero tal vez, lo que más sorprende es que olvidan empresarios y políticos del centro del país, que el Pacifico ya tiene puerto y es del de Buenaventura.
¿Cómo es posible que se quiera priorizar la construcción de un nuevo Puerto cuando ya existe uno que está funcionando? Lo que se debería hacer es enfocar la inversión para por fin convertir al Puerto de Buenaventura en uno de los más modernos del continente.
No se explica cómo se piensa en Tribugá, cuando ni siquiera se ha terminado la carretera de conexión con Buenaventura y el gobierno colombiano no ha demostrado siquiera que puede sacar adelante a los bonaverenses, quienes tienen altos índices de pobreza (64% en su población urbana y 91% en la población rural) y un histórico olvido estatal.
Tal como se ha conocido esta semana, el proyecto es inconveniente para todos en el Pacifico, es un ataque directo a nuestra riqueza biogeográfica y el inicio del exterminio de los pueblos ancestrales que allí existen; además, es un despropósito en materia económica.
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