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Hasta que las maten

Hace unas semanas, el pasado 5 de septiembre, el exmarido regresó borracho a la casa de Beatriz e intentó ahorcar a la mascota de la familia, le pegó a su hija y buscó atacarla de nuevo.

16 de septiembre de 2018 Por: Mabel Lara

Cada una de nosotras podría contar una decena de historias de amigas, familiares o conocidas como la que contó esta semana la actriz Eileen Moreno. Ella, como otras famosas, decidió ventilar su historia personal y exponer a su agresor ante los medios de comunicación en un gesto de enorme valentía e incluso de solidaridad con otras mujeres que no cuentan con los recursos para llamar la atención sobre los abusos y agresiones a las que se ven sometidas.

Una de esas mujeres es mi amiga Beatriz, una médica cirujana que en el año 2001 terminó en una silla de ruedas debido a un accidente de tránsito y que aún hoy está ‘combatiendo’ contra su exmarido.

Beatriz se casó en el año 1995. Su romance comenzó cuando los dos eran estudiantes de medicina en la Universidad del Cauca. Terminando sus estudios partieron su vida entre Cali y Popayán por sus especializaciones y sus trabajos.

En una de esas jornadas de regreso a Popayán, Beatriz, con su niña de once meses en brazos y su marido conduciendo, se salieron de una vía en construcción y fueron a parar a un barranco. La única lesionada gravemente fue ella, quien terminó con un trauma raquimedular que la dejó desde entonces en una silla de ruedas con cuadriplejia.

Los problemas empezaron entonces. Su pareja comenzó a beber y a maltratarla psicológicamente; además estableció relaciones extramatrimoniales, como ella lo denuncia, que llevaron al final de la relación con un divorcio pactado en común.

Seis años después, en el 2005, cuando discutían por no estar de acuerdo con un castigo impartido a uno de sus dos hijos, el exesposo de Beatriz le pegó un cabezazo en la frente y con las dos manos abiertas le dio dos cachetadas a una mujer indefensa en una silla de ruedas.

Este fue el primer episodio desastroso: Beatriz puso la denuncia y en medio de la conciliación, su expareja reconoció que le había pegado porque ella había intentado atropellarlo con la silla de ruedas. A la comisaria le pareció que el agresor tenía ánimo conciliatorio y le exigió a Beatriz que se comprometiera a que no volvería a agredirlo. Además accedió a la solicitud del agresor de bajar la cuota de alimentos que le correspondía a sus hijos.

Hace unas semanas, el pasado 5 de septiembre, el exmarido regresó borracho a la casa de Beatriz e intentó ahorcar a la mascota de la familia, le pegó a su hija y buscó atacarla de nuevo.

Pese a tener una medida de protección a su favor, en la Fiscalía le dijeron que lo mejor era que se buscara un abogado penalista porque los procesos en esa entidad eran muy dispendiosos y que si tenía una palanca era más fácil que le ayudaran. Cuando se acercó a verificar su medida de protección con la Policía le indicaron que no había quién le tomara la denuncia y que tranquila, que si volvía su atacante, simplemente llamara al CAI más cercano.

Los casos de Eileen y Beatriz van más allá del chisme y la especulación. Este año 2018, 25 mujeres han sido asesinadas en el Valle del Cauca, en medio de agresiones que pudieron ser evitadas y comenzaron tal vez en casa. En esta región no existe medicina legal en todos los municipios, y como entidad que determina la agresión, es imposible saber cuántos otros casos reales han existido.

Además, cuando por fin estas historias logran pasar los filtros y las mujeres se deciden a contar, los jueces determinan sanciones sin enfoque de género y las decisiones, en muchas oportunidades, ponen en mayor riesgo a las víctimas porque los agresores pagan condenas dentro de su mismo hogar.

La violencia contra las mujeres es una realidad, no es una exageración de una pocas, ni es un problema menor. No es tema secundario, ni una afrenta contra alguna persona, aquí nos las están matando y eso va más allá del chisme de la semana.

Sigue en Twitter @MabelLaraNews