Agosto
Ya son 26 versiones del festival que empezó en el Teatro Los Cristales de la mano de Germán Patiño: el blanco con alma de negro.
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14 de ago de 2022, 11:45 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:50 a. m.
Se siente en el ambiente. Es un viento fresco salino que llega desde el Océano Pacífico, retoza en los Farallones, se mete entre las faldas y nos despeluca en Cali.
Es el mes de agosto de las cometas, pero también el mes donde millones de caras lindas negras se toman la capital vallecaucana de la mano del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.
Ya son 26 versiones del festival que empezó en el Teatro Los Cristales de la mano de Germán Patiño: el blanco con alma de negro.
A Germán era frecuente verlo sentado en esas primeras filas del teatro con sonrisa de oreja a oreja y completamente de blanco -de piel, alma, guayabera y sonrisa- rodeado de caras bellamente negras que lo habían bautizado como el padrino del litoral.
Germán era un gocetas. Valluno de acento marcado, frentero y estudioso. Durante su gestión como secretario de Cultura se ideó la manera de sacar de Buenaventura los aires más tradicionales que por décadas los negros de los departamentos de Cauca, Valle, Chocó y Nariño habían guardado como su tesoro más preciado. Su olfato y pasión por la cultura afrolatinoamericana nos permitió regocijarnos en un espacio donde confluyeron las almas libertas de los hombres y mujeres de nuestra región.
Cuando el Petronio empezó en los Cristales los ríos de gente y el jolgorio que allí armábamos incomodó a los vecinos del Oeste de Cali. Entonces nos fuimos al estadio Pascual Guerrero, porque cada año llegaban más y más personas; pero la fiesta perdía encanto al no tener contacto físico y la posibilidad del juego del pañuelo, los bailes de revulú y las caricias de la gente. Buscando nuevos espacios llegamos a la Plaza de Toros pero no dio abasto y al final nos ubicaron en la ciudadela deportiva sobre la base de un ecosistema de cultura negra que año tras años reboza fiesta, belleza, sensualidad y la exaltación de todos los sentidos en el inspirador agosto de nuestra alma.
Hoy pocos recuerdan al maestro Gualajo, a la tía Juanita, a la profe Olivia y el pañuelo del amoroso Samuelito. De esa tarima que ahora es ágil y movible salió la poderosa maestra Nidia Góngora, los Herencia de Timbiquí, el mismo Choquibtown, la Contundencia de Chocó y se catapultó el amoroso maestro Hugo Candelario González con sus aguabajos y arrullos con el beneplácito de la matrona de nuestra tierra: doña Raquel Riascos.
Invitada por Germán Patiño (quien hace 20 años me llevó a la televisión regional después de verme bailar en un Petronio Álvarez) durante casi una década me convertí en la maestra de ceremonia de la fiesta del Cuco de Buenaventura. Hoy me regocijo al ver que esta ceremonia de la diáspora africana en Colombia ya no le pertenece a nadie: ni a los herederos de Petronio, ni a los alcaldes de turno, ni a los nostálgicos como yo del pasado, ni a las matronas, ni a los cultores, ni a los extranjeros, que cada vez son más.
El Petronio le pertenece a Cali y serán las ánimas de las cantaoras y nuestros muertos musicales, incluyendo a Patiño, quienes vigilarán que cada mes ocho del año, los hijos de los cununos, los guasas, los manglares, cañaduzales y las ranitas cuicui salgan a celebrar para exorcizar sus males con viche, pipilongo, curao, tumbracatre, viandas de piangua y naidí y los aires purificadores de agosto.
Sigue en Twitter @MabelLaraNews

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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