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¡Todo vale!

Ahora hay que ir a la cárcel a pedir votos, a lograr alianzas con los corruptos, los paras, los ladrones. Y manda al hermanísimo a hacer el mandado

17 de abril de 2022 Por: Vicky Perea García

La angustia se nota. Y empieza a manifestarse con intentos por negociar las leyes en las cárceles y con los delincuentes condenados por toda clase de delitos, para que aporten sus votos, o, por lo menos, sus maturrangas en el afán de conseguir los votos reales o ficticios que aseguren el desesperado cuarto intento de Petro por ser presidente de Colombia.

Ya no basta con haber sumado esa pléyade de estrellas de la peor falta de escrúpulos, acusaciones e impunidades. Ya no parecen alcanzarle los lujos de tener a Piedad Teodora, al reconocido trásfuga don Roys Barreras, al célebre Armandito Benedetti como jefe de la campaña, o a tantos otros alepruces del mismo corte, emblemas de toda clase de enredos rodeados de la más clamorosa impunidad, como la que protege a su jefe de campaña en la Alcaldía de Cali.

Tampoco le parece suficiente el haber sumado a Alfonsito Prada, otrora secretario general de la Presidencia de la República y célebre por su paso por el Sena que tanto les gusta a los aliados del Polo en Cali, sus propietarios en la comarca. A juzgar por la reacción que muestran las encuestas que antes le fascinaban porque iba de primero y lejos de cualquiera de sus rivales, ya no le están sirviendo las amenazas que dispara contra todo el que no vote por él en las tarimas donde las muchedumbres que le traen en buses al estilo del clientelismo que conocen de sobra esos aliados.

Ahora, su hermanísimo y parte extraoficial de la campaña va a las cárceles para negociar con los ladrones, los paramilitares y cuanta condena esté allí alojada. Sin credenciales, claro está, escudado en una Ong que parece relacionada con la iglesia, claro está, y al mejor estilo de las maniobras que con frecuencia utiliza el senador Iván Cepeda en sus “labores humanitarias” en las cárceles de Colombia y los Estados Unidos.

Como en la canción de Daniel Santos, “Yo no sé nada, yo llegué ahora mismo”, dice el candidato Petro, mientras él y su socio Iván, especialista en ‘operar’ la Justicia colombiana, amenazan con demandas y procesos penales a cualquiera que ose decir algo. Con ponerlos a subir escaleras en la Fiscalía amenazan los socios que con desespero buscan en los panópticos, ofreciendo “perdón social” con tal de sumar los voticos para suceder a Iván Duque.

Ya no le sirven sus amenazas de inundar las calles de manifestaciones y asonadas como las que se tomaron a Cali y la destruyeron durante dos meses ante la pasividad y generosidad de su jefe de debate en la capital del Valle. Al parecer, ya no le es útil aquel “Estado de Opinión” que una vez invocó el expresidente Uribe, y que Petro transformó en el llamado a la revolución si le ganan las elecciones, es decir, si la mayoría de los votantes no le da permiso para tomarse el poder.

Ahora hay que ir a la cárcel a pedir votos, a lograr alianzas con los corruptos, los paras, los ladrones. Y manda al hermanísimo a hacer el mandado, eso sí, sin papeles en caso de que lo pillen como en efecto ocurrió. Cómo será de grave la cosa que hasta su socio del partido de las Farc y hoy de los Comunes, alias Joaquín Lozada, rechazó el engendro.

En el desespero todo vale para la candidatura de Petro y compañía. Todo, incluyendo lo amoral y diabólico de perdonar las penas a cambio de los votos que necesita con desespero, pisoteando así las ilusiones de quienes creen que con Petro regresará la decencia al Palacio de Nariño.
¡Vivir para ver!

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