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En olor a muchedumbre

La realidad fue que montaron una manifestación para que el presidente Petro se luciera con sus arengas contra todo lo bueno

22 de octubre de 2022 Por: Vicky Perea García

Se lanzó el gobierno nacional a realizar reuniones con la gente para dizque elaborar su Plan de Desarrollo. La verdad fue que encontró una disculpa para movilizar la gente sin importar lo que quieran o lo que pidan o el cumplimiento de sus promesas.

Miles de personas se agolparon el sábado 15 de octubre en la Universidad del Valle. Las llevaron allá para escuchar sus propuestas y lo que se produjo fue una muchedumbre movilizada por los partidarios del presidente que creyeron en los organizadores. La realidad fue que montaron una manifestación para que el presidente Petro se luciera con sus arengas contra todo lo bueno.

Eso es lo que está ocurriendo con los Diálogos Regionales Vinculantes. Cualquier evento donde esté Petro no es con el jefe de Estado que juró el 7 de agosto: es con el agitador que usa su verbo para deslegitimar ese Estado, para decir que todo está mal y que su incapacidad para gobernar se debe a las leyes, a los políticos que lo rodean a cambio de gabelas, a quien no le camine a su populismo. Y que hay que cambiar todo.

Así lo hizo en Caldono, cuando dijo que el tiempo para su revolución es demasiado corto, pidiéndole a los indígenas que se organicen para hacer “el cambio”. Como lo hizo en Cali en los veinte minutos que estuvo. Como lo hace diciendo que habrá recesión pero pide salir a la calle para defender una reforma tributaria ruinosa y recesiva, y respaldando la siniestra orden de su ministra de Minas que notifica el final de la industria de hidrocarburos, base de los ingresos del Estado. Y para echarle la culpa a los Estados Unidos, “el imperialismo yanqui” de sus amigos de Cuba y Venezuela por la devaluación que él impulsa con sus arengas, encareciendo los alimentos y las materias primas que importamos.

El presidente cree que tiene dominados a los partidos que se le entregaron por platos de lentejas, sin saber qué respaldaban y para dónde iba el gobierno que apoyarían en el Congreso como montonera. Al estilo de las aplanadoras que las maquinarias políticas montan en el Valle desde la gobernación y la alcaldía, esos sumisos congresistas votarían lo que les pongan con tal de mantener los puestos y los contratos que les dan o que apoyen sus ambiciones electorales.

Si uno mira con cuidado los discursos de Petro presidente, su propósito no es el progreso de los colombianos: es demostrar que las instituciones no sirven y que no hay que cambiarlas sino destruirlas para montar lo que a él se le antoje. Que no es él el presidente sino el jefe de la implosión del Estado, que no va a hacer cambios sino destruir todo.

Petro sabe que hay una oposición minoritaria en el Congreso porque la montonera de quienes se eligieron a nombre de todos los colombianos es suya y depende de él. Y que su rival, Rodolfo Hernández, que sacó diez millones y medio de votos es apenas un patético aspirante a la gobernación de Santander, la más vergonzosa maniobra y el peor engaño que se halla hecho contra la democracia en toda nuestra historia. Y procede en consecuencia.

Por eso reunió a sus adeptos en Cali con la disculpa de hacerlos parte de su Plan de Desarrollo y los tuvo horas al sol y a la lluvia, esperándolo. Llegó seis horas tarde, echó una arenga de 20 minutos lejos de ellos y se fue. Lo de menos era oírlos, lo importante era reunirlos para mostrar su capacidad de movilización. Eso se llama hacer lo que se le venga en gana en olor a muchedumbre, mientras Colombia se cae a pedazos.

Sigue en Twitter @LuguireG