¿Un conflicto nuclear?
Otan y la Unión Europea no pensaron jamás que Putin resultaría aquel monstruo demoledor (aunque lo reveló anteriormente en Chechenia y Siria) y no se prepararon para desafiarlo.
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24 de mar de 2022, 11:35 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 04:57 a. m.
Y como siempre, tratando de comprender... Hace pocos días António Guterres, secretario general de la ONU dijo: “La perspectiva de un conflicto nuclear, antes impensable, vuelve a ser posible”, al referirse a la guerra ruso-ucraniana y al peligroso rumbo que está tomando. Con esto en mente y en momentos de escribir esta nota el presidente norteamericano Joe Biden viaja a Bruselas a participar a una maratón diplomática con los miembros de la Otan y el Consejo Europeo, convocada para encontrar la manera de enfrentar la agresión rusa en Ucrania y coordinar una ayuda bélica capaz de detener la devastación de un país y la masacre indiscriminada de un pueblo que el presidente ruso Vladimir Putin ha desatado.
No será fácil. Otan y la Unión Europea no pensaron jamás que Putin resultaría aquel monstruo demoledor (aunque lo reveló anteriormente en Chechenia y Siria) y no se prepararon para desafiarlo. Contra Putin los occidentales limitaron su participación en la guerra con presionarlo al máximo con castigos económicos y ayudar -desde afuera y de manera unilateral- a los ucranianos con envío de armas defensivas y municiones.
Gracias a la valentía del pueblo ucraniano y al liderazgo heroico de su presidente V. Zelensky se logró frenar el avance de los ejércitos rusos que pretendían conquistar toda Ucrania en pocos días. Freno milagroso dada la desproporción de las fuerzas en conflictos y que de lejos favorecen a los empantanados rusos. Sin embargo y a pesar de sus grandes pérdidas humanas y materiales, los soldados rusos tienen la consigna de seguir en la pelea y cada día de manera más brutal y sanguinaria. Es una guerra que el dictador ruso Putin considera vital para su permanencia en el poder y no puede darse el lujo de perder; y al contrario, Occidente quiere evitar a toda costa, consciente de que puede degenerar en conflicto nuclear, catastrófico para todo el mundo.
En definitiva, ¿qué pide Rusia? Aparentemente, pide el reconocimiento formal de su soberanía en Crimea, el abandono ucraniano del Donbás y la renuncia de adhesión de Ucrania a Otan y a la Unión Europea; demandas difíciles de contentar, aunque toca tomarlas en cuenta porque los temores de un conflicto que se torna nuclear -expresados por António Guterres -no son infundados: se recuerda que, a solo tres días del conflicto, Putin puso en alerta su arsenal atómico. Además, dependen de muy poco para volverse realidad. Incluso, de un simple accidente como sería un bombardeo ruso que violaría la frontera polaca (un miembro de Otan) y provocaría un enfrentamiento directo entre Rusia y los demás miembros de Otan, encabezados por Estados Unidos. O sería el bombardeo de un convoy de armas de ayuda europea a Ucrania que los rusos considerarían legítimo y en defensa propia pero los europeos interpretarían como inaceptable agresión.
Un ciberataque a cualquier miembro de Otan por Rusia o el ingreso (semianunciado) de Bielorrusia en el combate también se convertirían en motivos de extensión de la guerra y la posibilidad de recurrir a la opción nuclear. Los mismos bombardeos sobre la población civil ucraniana se pueden volver insoportables para la opinión mundial (y lo son); y obligarían quizás a una masiva intervención europea.
En fin, las posibilidades de contagio del conflicto y el uso de nucleares o de armas químicas y biológicas no están descartados. Y Joe Biden no puede seguir haciéndose el desentendido -al fin y al cabo, es el miembro principal de Otan, el líder y garante de la seguridad europea. ¿Y China en todo eso? Aún discreta y callada. Aunque su promesa de ‘amistad sin límites’ con Rusia no invita al optimismo.

Escribe para el país desde 1977 como columnista, por seis años como coordinadora de la revista Viajes y la revista dominical por unos seis meses. Nació en Egipto y se radicó en Cali desde finales de 1957.
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