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Ruleta rusa

No tomar riesgos absurdos ni ponerse a jugar a la ruleta rusa que pueda destruir esté maravilloso país.

13 de enero de 2022 Por: Liliane de Levy

¡De repente nuestra vida parece depender de una ruleta rusa, del azar que decide nuestro destino, de perder el control! ¡Me dicen que siempre fue así; es cierto, pero no tanto! La pandemia que no da tregua y los acontecimientos locales y mundiales, nos manejan y nos dirigen.

Me explico. Hace un par de días el primer ministro de Israel, Naftali Bennett, salió a anunciar que se rinde ante el Covid-19 porque, muy pronto, alrededor de 7 millones de israelíes quedarán contagiados del virus (la población de Israel se acerca a los 9 millones y es considerado el país que mejor administró la pandemia en el mundo) y que las restricciones no sirven para nada. Lo único que logran es desacelerar sus efectos sin destruirlos.

Por lo tanto, mejor aprovechar que el actual variante del virus es menos agresivo que los anteriores para prepararse a vivir con él, pero aplicando las vacunas y sus soportes necesarios, rebajando la duración de los aislamientos asintomáticos a una semana, sometiendo a las pruebas, solamente a quienes presentan síntomas de la enfermedad, financiando a los enfermos que pierden días de trabajo, perfeccionando la asistencia médica... y abrir el país al trabajo y la producción habitual.

“El país necesita trabajar” dijo Bennett. No se sabe todavía si Israel seguirá sus recomendaciones de apertura y normalización máxima (depende de su aprobación) pero, dadas las circunstancias y a la luz de todo lo que pasa, suenan lógicas, Veremos. Entretanto cuidarse sin saber hasta cuando.

Y como si no fuera suficiente, en Colombia vivimos en la angustia de unas elecciones presidenciales (por fortuna todavía se celebran) que esta vez resultan vitales para el futuro del país que a zancadillas y grandes esfuerzos logra mantener en el difícil camino democrático. Un camino no perfecto sin duda alguna, pero significativo con un parlamento que funciona, medios que gozan de una respetable libertad de expresión, el derecho a viajar dentro y fuera del país, celebrar elecciones suficientemente correctas cada cuatro años… Y la corrupción que sin duda existe y hace mucho daño. Muy difícil erradicarla, pero también la posibilidad de combatirla con medios legales si solamente logramos escoger con calma a nuestros futuros dirigentes. No tomar riesgos absurdos ni ponerse a jugar a la ruleta rusa que pueda destruir esté maravilloso país.

A nivel internacional también surgen situaciones que si el azar interfiere pueden resultar apocalípticas. El ejemplo que en estos momentos presenta peligros inminentes se registra en la frontera entre Ucrania y Rusia en torno a la soberanía del primero (el más débil) y las exigencias del segundo (el más fuerte). Resulta que el presidente ruso Vladimir Putin cuyo gobierno dictatorial decide a su antojo, vive obsesionado con la democratización de algunos países de Europa del Este que pertenecieron a la Urss en el pasado y se independizaron y ahora quieren adherir a la Alianza Atlántica Norte (Otan), el organismo occidental creado precisamente para defenderse de los que fueron y son los rusos.

Putin ve tal extensión de Otan como una amenaza para su país y no lo tolera. En el año 2014 ya había amputado impunemente Ucrania de Crimea. Ahora amenaza a Estados Unidos y sus aliados europeos con recurrir a los ‘medios militares’, es decir a la guerra, si Otan integra Ucrania (y de paso Georgia, otro candidato) a su organismo. Suena determinado a hacerlo, sin ninguna discusión. Los occidentales de Otan no saben qué ofrecer para evitar la guerra. Las exigencias rusas son ilegales y no las pueden aceptar. Por lo tanto, vacilan y buscan soluciones. Entretanto el mundo observa y teme lo peor. Cualquier desliz de parte y parte puede provocar la catástrofe. La ruleta rusa.