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Libia: tres preguntas

Para entender los complicados enredos de un conflicto toca recurrir a los...

1 de abril de 2011 Por: Liliane de Levy

Para entender los complicados enredos de un conflicto toca recurrir a los conocimientos de los expertos, evitar las falsas premisas y tratar de penetrar la mente y los propósitos de los protagonistas enfrentados. El Medio Oriente es quizás la región del mundo más impenetrable de todas. Por eso en esta columna me hago la vocera de un análisis respecto a Libia que me pareció revelador. Es del escritor y filósofo francés Bernard Henry Levy (no es pariente mío), quien acostumbra desplazarse por el mundo para meditar sobre el terreno y de manera directa -y sobre todo con mucha inteligencia- sobre todo tipo de conflictos y guerras. Sobre Libia se dio a la tarea de responder a tres preguntas que inquietan a la opinión. Y son:1. ¿Lo de Libia es una guerra? Obama prefiere utilizar la palabra “intervención” cuando habla de la ofensiva militar que se ha montado contra las tropas de Gadafi con la ayuda de varios países occidentales, la Liga Árabe y los países del Golfo. Y finalmente bajo la cobertura de Otan. Pero se trata de una guerra en el verdadero sentido de la palabra, con masivos bombardeos y participación directa a favor de una de las partes del conflicto. Sin embargo, es una guerra que resultó inevitable. En efecto, cuando un tirano cruel, un putchista demente y un criminal profesional decide masacrar a su pueblo para doblegarlo, toca pararlo. Así lo determina la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU. Y se aplica el deber de injerencia y de protección a los pueblos abusados por sus gobernantes. Es un deber moral que la comunidad internacional debe asumir.2. Pero, ¿por qué Libia y no Siria, Bahrein, Yemen o Arabia Saudita? La pregunta es válida, pero uno la puede contestar diciendo que a veces no se puede estar en todas partes. Aunque con este pretexto no se pueden aceptar la masacres de civiles e inocentes. Además Gadafi, más que los demás tiranos cuestionados por sus pueblos, es quizás el más agresivo, el más provocador. ¿Acaso no declaró que por cada avión militar que le tumben en la zona llamada de exclusión aérea, él derribará un avión civil de cualquiera de los países aliados en su contra? Por otra parte, explica Bernad Henry Levy, castigar a Gadafi por sus impulsos criminales se convierte en una advertencia con un fuerte efecto disuasivo para los demás tiranos de la región. Ellos se dan cuenta que sus crímenes no quedarán impunes y les puede pasar lo mismo.3. ¿Y qué pasará en Libia de ahora en adelante? No hay que ser ingenuo ni creer que una nueva Libia democrática y libre surgirá de los escombros de este país doblegado durante décadas por una dictadura cruel, arruinado por la corrupción y el gangsterismo de Estado. Sin embargo, hay hechos que invitan al optimismo: ningunos de los once miembros del Consejo de Transición que se formó para ingresar al nuevo gobierno libio, es islamista. Y los 20 demás miembros -cuyos nombres se mantienen secretos- vienen de las diferentes regiones del país y son representativos de las diferentes tribus libias. Es decir que los conflictos tribales que se temen no tienen razón de ser. Amanecerá y veremos. Sin embargo, hay una cosa cierta: una Libia con Gadafi es mucho peor que sin Gadafi. Como lo es la demencia terrorista de un dictador a un desesperado intento de democracia que abre horizontes nuevos de paz y justicia.