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Franco, alcanzado por la justicia

La justicia tarda pero llega: hace pocos días, en España, la Corte Suprema avaló -por unanimidad- la exhumación del dictador Francisco Franco, enterrado en el imponente mausoleo del Valle de los Caídos.

3 de octubre de 2019 Por: Liliane de Levy

La justicia tarda pero llega: hace pocos días, en España, la Corte Suprema avaló -por unanimidad- la exhumación del dictador Francisco Franco, enterrado en el imponente mausoleo del Valle de los Caídos, y trasladar sus restos junto con los de su esposa al cementerio más humilde y discreto de El Pardo. La decisión se logró después de 42 años de duras batallas jurídicas libradas entre la familia del dictador y gobiernos sucesivos hasta que finalmente consiguió su propósito el actual presidente socialista Pedro Sánchez quien, desde que asumió su cargo en junio 2018, se dedicó a la tarea. Recibió la noticia durante su paso por la última Asamblea de las Naciones Unidas y la anunció ante el mundo como un “triunfo de la democracia”. Lo cierto es que la decisión viene a liberar a los españoles de la dolorosa herencia que les dejó Franco y todavía pesa sobre la vida política de los españoles. Vamos por partes.

Al final de la trágica Guerra Civil española (1936-1939) y la victoria de los franquistas que desafiaron al gobierno legítimo para luchar contra el ‘bolchevismo’ y los ‘anti-España’, el general Francisco Franco, apodado ‘El Caudillo’ tomó las riendas del gobierno español y lo mantuvo durante 40 años por medio de una represión feroz. Entretanto inició la construcción de un mausoleo convertido en símbolo de la ideología del nacional-catolicismo de su régimen. Ubicó el mausoleo a unos 50 kilómetros al norte de Madrid y lo concibió como un templo dominado por una enorme cruz de 150 metros de alto.

La construcción resultó grandiosa y penosa; duró 18 años (de 1940 a 1958) y utilizó el trabajo (forzado) de 20 mil prisioneros republicanos. Franco apodó el monumento de la ‘Reconciliación’. En él enterró a José Antonio Primo Rivera (fundador de La Falange, el partido del fascismo español) junto con 27 mil soldados franquistas y también 10 mil soldados republicanos que (según los informes) desenterró de otros cementerios, sin el permiso de sus familiares. Cuando Franco murió en 1975 el rey Juan Carlos tomó la decisión de enterrarlo en el Valle de los Caídos ya que el dictador no había dado instrucciones al respecto, una decisión resentida por muchos, pero que las circunstancias quizás justifican. No se puede olvidar que Franco era, hasta su muerte, el dueño absoluto de España. Nada se movía ni se decidía sin su consentimiento. Bajarlo de categoría así de repente era destruir los cimientos del gobierno español y sembrar el caos en todo el país.

Sin embargo, al poco tiempo el mismo rey favoreció y ayudó una tímida transición democrática en España que desembocó en elecciones libres (1977) y la redacción de una Constitución aprobada por un referendo (1978). Desde entonces gobierna a los españoles una democracia que funciona bien, pese a la crisis económica y a las corrientes separatistas y nacionalistas. Una democracia que venció el terrorismo (ETA) y hace parte de la Comunidad Europea. Y que en el año 2007 adoptó la ley llamada ‘Memoria Histórica’ para rehabilitar socialmente y jurídicamente a los vencidos de la guerra civil y borrar el odioso triunfalismo del franquismo.

Hoy en día España es progresista, igualitaria y tolerante. Por eso muchos se preguntan: ¿Por qué ahora cuando el país se siente y se comporta como profundamente democrático se busca exhumar al dictador Francisco Franco y remover heridas aparentemente sanadas? A lo que Pedro Sánchez explica con simplicidad: “No se puede construir un futuro confortable ignorando un pasado incómodo”. España sigue sufriendo de una injusticia y una anomalía que toca corregir. Toca eliminar, de una vez por todas aquel elemento fratricida remanente de la Guerra Civil y que todavía interfiere con la buena marcha de la política española. Lo consiguió... afortunadamente.