El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Egipto en Cali

Con sorpresa y gran satisfacción veo que la cartelera de cine en Cali incluye una película egipcia importante. Ésta brinda la oportunidad de penetrar la realidad de la vida en Egipto y entender su enorme complejidad.

10 de agosto de 2017 Por: Liliane de Levy

Con sorpresa y gran satisfacción veo que la cartelera de cine en Cali incluye una película egipcia importante. Ésta brinda la oportunidad de penetrar la realidad de la vida en Egipto y entender su enorme complejidad. Se trata de Eshtebak, palabra que hace referencia al conflicto -literalmente choque, si se traduce del árabe- que se vive a diario en las calles, el trabajo, los centros educativos y de divertimiento, e incluso, en el seno hogareño de este país. Eshtebak es el Egipto post revolucionario con esas profundas divisiones que lo ahogan en un pozo sin fondo. No es una película cualquiera: es seria, veraz, testimonio vivo de esa caótica situación.

En el exigente Festival Internacional de Cine de Cannes de 2016 hizo parte de la sección ‘Una cierta mirada’ y fue muy aplaudida. Su joven director Mohamed Diab (38 años) nos había regalado en 2012 Las mujeres del bus 678 para denunciar de manera implacable el machismo y el acoso sexual generalizado contra la mujer de la sociedad egipcia. Una película que ya había recomendado en esta columna y que sigo recomendando. En YouTube se puede ver gratis con subtítulos en inglés.
Eshtebak rememora con crudeza las manifestaciones masivas ocurridas el 3 de julio de 2013 que consiguieron la destitución del presidente electo Mohamed Morsi, miembro de la cofradía Hermanos Musulmanes, quien tomó el poder tras la caída de Hosni Mubarak. El gobierno de Morsi solamente duró un año, en el cual empobreció aún más al país porque se concentró en legislar contra la mujer y determinar su papel en la sociedad de acuerdo con las leyes islamistas. Entretanto, descuidó problemas esenciales de la economía y el trabajo provocando desilusión, cansancio y cólera en una población agobiada justamente por las desigualdades y la pobreza cada vez más extremas, que luego salió a manifestarse arriesgándolo todo para deshacerse del nuevo gobernante. El Ejército, comandado por el General Abdelfatah Al-Sisi, intervino para restablecer el orden pero no lo hizo de manera democrática sino utilizando la fuerza más brutal. Fueron días de mucha agitación y terminaron trágicamente con un saldo numeroso de muertos y con Morsi en la cárcel, para reinstalar un régimen militar drástico. Ese el momento que Eshtebak capta. Eshtebak es Egipto, es una metáfora. La película se enfoca en esas violentas manifestaciones y en la respuesta, aun más violenta, del Ejército y la Policía. En el proceso arrestaron al azar gentes de todas las corrientes y las amontonaron en furgones diminutos, es decir en cárceles ambulantes, para neutralizarlas. Mohamed Diab va con su equipo de cine -y su audiencia- junto con religiosos duros partisanos de los Hermanos Musulmanes, hombres de la oposición (acérrimos enemigos), comerciantes con problemas en sus negocios, una enfermera voluntariosa y emancipada, obreros, periodistas y una joven con velo acompañada por su padre en uno de estos furgones de 8 metros cuadrados, que consternados y atrapados en ahí observan a través de los barrotes de las ventanas del vehículo la guerra civil que ocurre en las calles del Cairo. La misma guerra que ellos libran dentro del furgón, confrontados por sus divisiones, obligados a debatirlas pero tratando de convivir. El director no toma partido, deja todo a su libre albedrío para que los protagonistas se expresen y se desahoguen. Su propósito -confesado en una entrevista- es obligarlos a mirarse entre ellos con mayor indulgencia para despojarse de lo que los separa y encontrar lo que los une: su humanidad.

Filmada con una cámara al hombro a la manera de una obra teatral, la película es un reflejo honesto la realidad del Egipto actual, dividido entre la rigidez marcial y la rigidez islamista. Una situación sin salida y sin esperanza.