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Semana responde

Frente a la polémica directriz del Ejército divulgada por The New York Times el 18 de mayo, y la expulsión de Semana de Daniel Coronell, la revista respondió muy mal.

5 de junio de 2019 Por: Julio César Londoño

Frente a la polémica directriz del Ejército divulgada por The New York Times el 18 de mayo, y la expulsión de Semana de Daniel Coronell, la revista respondió muy mal. El editorial del domingo empieza con la pata izquierda: “Lamentamos la salida de Daniel Coronell, cuyas columnas exaltaron los contenidos de Semana”. Falso, no salió, lo echaron, y no propiamente por exaltar los contenidos sino por denunciar su silencio frente a un asunto de vida o muerte para los colombianos. Luego el editorial se aplica varios golpes de pecho, pero ninguno explica la larguísima engavetada del reportaje (¡cuatro meses!) ni por qué diablos la revista quiso esclarecer las cosas con un exvicedefensa, Jorge Mario Eastman, en vez de buscar al comandante del Ejército, al presidente Duque o directamente a Uribe, ‘el supremo’.

Las explicaciones del codueño de Semana, Felipe López, aparecieron el mismo día en El Tiempo y están a la altura del editorial de la revista: “El reportaje no se engavetó”, dijo; “se retrasó porque surgieron elementos nuevos y graves”. Cuando le preguntan cuáles son estos elementos, responde: “No sé. No manejo la investigación”. Luego aclara que esperaban muertos concretos, es decir víctimas inocentes de la directriz, pero que “en ese momento no los había”.

López reconoce que almorzó recientemente con el presidente Duque, el banquero Gilinsky, su nuevo socio, y María López, hija de Felipe y presidente de Semana, pero niega que hayan hablado del asunto. “Yo almuerzo con mucha gente”, dijo con un gesto de cansancio.

¡Es decir que uno de los hombres mejor informados del país no estaba enterado de los detalles de la papa más caliente de la historia de su revista! Que estaban esperando que hubiera muertos para poder cuajar un reportaje mejor sazonado, y que en el almuerzo hablaron de psicología cuántica y del nuevo uniforme de las FF.AA. ¡Hombre, López, vaya a que le den por el colofón!

La opinión de los propietarios de medios frente al caso es previsible y ordinaria: la lonchera no se patea. Un medio emplea y despide al que le da la gana. Se equivocan. La información no es un producto cualquiera. Y un despido sin causa justa, y en determinadas circunstancias, puede tener consecuencias graves.

Los empresarios también opinan de manera elemental: cualquier empresa les exige rendimientos a sus empleados rendimientos, y la directriz del comandante Nicasio Martínez lo que pide es eso, resultados (léase muertos). Se equivocan las empresas exigen cantidad y calidad, y el comandante olvidó este último factor. Su directriz exige resultados pero no pide ‘perfección’. Aunque está de por medio la vida de los colombianos, le parece muy bien que sus hombres disparen basados en informes de inteligencia que tienen solo un 60% de certeza, como lo reconoció en el cuestionario escrito que le respondió al New York Times y que puede leerse en la cuenta de Twitter de Martínez.

Es una cifra macabra, especialmente en un país cuyo líder está ‘cargado de tigre’, su Mindefensa justifica la tortura y el Comandante del Ejército tiene embolatado el ascenso porque su brigada está involucrada en 283 ejecuciones extrajudiciales, según datos de la Fiscalía publicados ayer por otro diario extranjero. ¡Qué casualidad!

Notas finales: pese a todo, Semana es una gran revista y merece que sus lectores le demos otra oportunidad.

En cuanto al Gobierno, toca esperar un milagro: que en sus decisiones pese más el talante de Duque que el de Uribe.

Sigue en Twitter @JulioCLondono