Pro empresa

La palabra empresa viene del italiano impresa y desde su origen semántico se entiende que implica aferrarse a algo con el propósito de desarrollarlo. Antiguamente este término hacía referencia a la insignia que llevaban en un escudo de armas algunos caballeros para expresar su compromiso de emprender una acción relevante.

Llevándolo a la práctica y en el contexto actual, el significado del término es casi el mismo, pues hacer empresas con las turbulencias que vivimos requiere de un alto grado de convicción.

Las empresas son el motor principal de desarrollo, siendo actores relevantes de la transformación económica, social y ambiental del país. La idea de que la misión de la empresa privada es puramente económica, que solo sirve al interés de los accionistas, ya quedó atrás. A las empresas se les considera organizaciones con una importante responsabilidad en la sociedad, incluso moral, y con cada vez mayor influencia en el desarrollo del país. Es el sector privado, que además de aportar un importante nivel de recursos a través de los impuestos, genera el 90% del empleo, y provee productos y servicios que impactan de manera positiva la vida de las personas.

Son estas en todos sus tamaños: micro, pequeñas, medianas y grandes las que juegan un papel importante en el proceso de cambio del país. Es la decisión económica individual o colectiva de querer generar valor la que mueve las economías hacia el desarrollo y transforma la vida de muchas personas y de comunidades enteras.

Según cifras de Confecámaras este año 2.161.000 empresas en Colombia renovaron su registro mercantil; de ellas el 93,2% son micro, el 4,8% son pequeñas, el 1,4% medianas y el 0,6% grandes. Estas cifras destacan el papel que las micro y pequeñas empresas juegan en el tejido empresarial y su aporte al desarrollo de Colombia.

Durante las últimas décadas fue el sector empresarial el que contribuyó a que el país diera un salto en términos de desarrollo. De la mano de este, el Producto Interno Bruto, PIB, pasó de 52,5 millones de dólares en 1990 a 340,3 millones en 2022. Este mismo año, de acuerdo con el ranking de la Supersociedades, las 1.000 empresas más grandes del país representaron el 77 % del PIB. Por su parte, según el Dane, las mipymes generaron aproximadamente el 80% del empleo.

Lo cierto es que un país con unas empresas dinámicas y que crecen con sostenibilidad, se impulsa al desarrollo económico, al tiempo que contribuye al cierre de brechas sociales que al final se reflejan en un mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. Por eso es fundamental que las empresas puedan crecer, y al mismo tiempo necesitamos reconocer y dignificar la figura de las empresas y de los empresarios de todos los tamaños, dándoles el lugar central en el escenario económico, laboral y social del país, apoyando su labor y su capacidad de producir valor y bienestar para los ciudadanos, entendiendo que Estado y empresa no son antagonistas.

Es vital generar las condiciones de competitividad que permitan que las empresas se consoliden y crezcan en Colombia, así como estimular y facilitar el emprendimiento que represente nuevas oportunidades para quienes prefieren embarcarse en este camino.

Para lograr un país más equitativo, Colombia demanda un sector empresarial fortalecido y competitivo, capaz de producir valor agregado y riqueza, y de seguir generando bienestar y oportunidades para la sociedad. Afrentar contra el tejido empresarial no construye el camino hacia ese fin, por el contrario, lo desvanece.