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Las tres chinitas

Desde que en 1970 asistí a Villa de Leyva a la fundación del tercer partido, de Anapo, y puse con el monje loco sobre la inmensa plaza empedrada y atiborrada nuestro tenderte con el libro Rojo de Rojas.

25 de enero de 2021 Por: Jotamario Arbeláez

Desde que en 1970 asistí a Villa de Leyva a la fundación del tercer partido, de Anapo, y puse con el monje loco sobre la inmensa plaza empedrada y atiborrada nuestro tenderte con el libro Rojo de Rojas, donde denunciábamos que le habían robado las elecciones al General, me prometí algún día establecer mis huesos donde viniera a estirar los pies don Antonio Nariño.

Dos de las últimas y mayores experiencias geográficas y energéticas de este andariego literario, han sido marcopolear la China, yendo al encuentro de poetas en Zunyi, provincia de Guizhou, desde donde Mao Tse Tung emprendiera la larga marcha, y venir a establecerme con mi mujer y mi harem de libros al pie de la laguna de Iguaque, en Villa de Leyva, residencia virreinal y cuna de don Antonio Ricaurte, donde pienso darle mate a mis explosivas memorias bajo el título: los días contados.

En el país de los ojos rasgados una niña que era la guía terminó por enseñarle a este perdido poeta que la manera de salir de cualquier bosque era compartir la misma opinión. Y en Villa de Leyva me encuentro con tres preciosas damas chinas de mediana edad, instaladas en una casa finca alrededor de un laberinto energético como el de la Catedral de Chartreux, recreado por Isabela Chow, quien lleva la batuta en asuntos mágicos y esotéricos. Christina Chow, la pintora, dispone de un colosal estudio donde se ensimisma e inspira en Fra Angelico, y Elena Li Chow ha escrito el libro de cuentos que acaba de publicar en Icono Gustavo Mauricio García.

Las tres nacieron en Taiwán, hijas de un diplomático que, desde muy niñas, las condujo a Malasia, Argentina y luego a Colombia, donde se sumergieron en el idioma español, en la cultura de Occidente y en la observación rigurosa de los territorios y las costumbres.

El libro de trece cuentos de Li se titula Ojos rasgados, como es la primera característica con que definimos a la millonaria población china, y digo millonaria por la cantidad de habitantes, aunque en el caso de Elena Li también podría decirse que por su ilimitada imaginación de oro. Porque fue durante 20 años, desde Pekín, una representante de las principales productoras del cine norteamericano, que llevó a las pantallas de su inmenso territorio, fatigadas de los rodajes propagandísticos que sabemos. Gracias a sus gestiones hoy China es la segunda mayor taquilla del mundo.

Los episodios de nuestra cuentista se suceden en China, Mongolia y Japón. Aunque podrían ser vivencias propias, son enunciadas en primera persona masculina y femenina de protagonistas orientales u occidentales. El estilo es terso, minucioso en las descripciones físicas y emocionales, y por lo general desembocan en finales atroces, sorprendentes, inesperados. Casi todos los argumentos de estos cuentos servirían para guiones peliculeros. Y así se llenarían las arcas de la autora y el editor, más que con la venta de los libros en español. Pero sé que está siendo recibido con avidez en esta localidad maravillosa, llena de inmigrantes culturales que están haciendo de ella una nueva Arcadia.

He leído la serie de relatos y esa lectura me ha servido para comprender cómo viven y piensan y reaccionan y aman y sufren nuestros lejanos vecinos de ojos rasgados. Mi emoción se duplica con la vecindad de las tres cariñosas chinitas en esta villa milagro, donde esperamos que vengan a instalarse nuestro querido editor Gustavo Mauricio y su esposa Lucía, que ve por sus ojos. Nos confabularemos para que con la inminente traducción al mandarín podamos hacer lo que Li hizo con las películas y llenarnos con las merecidas regalías. Y así, comenzaríamos por donar una sala de cine a Villa de Leyva.

Nota. El libro está disponible en las principales librerías del país y en el sitio web www.iconoeditorial.com.

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