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El retorno de Jaime Rendón

Jaime Rendón no es un pintor de este mundo, es de todos...

11 de noviembre de 2014 Por: Jotamario Arbeláez

Jaime Rendón no es un pintor de este mundo, es de todos los mundos, incluidos los que no existen. Yo diría que pertenece al realismo onírico o al clasicismo lisérgico, pues con sólo contemplar sus obras uno vuelve a darse cuenta de que el mundo no es como es sino como lo pinta Jaime, y como en realidad lo pensó el Demiurgo. Y se ensimisma en la maravilla.El profeta Gonzalo Arango veía en él un transmisor de energía estética, un velador del nacimiento del agua, un vigía de abismales alturas. Él pinta para hechizados. Él va y viene en el tiempo que es el único espacio no detenido. Él canta con sus colores las armonías del cambio del tiempo, las metamorfosis lunáticas, es un cambista de energías de la cola del leopardo a las nalgas asoleadas de la niña del torrente, él repite la ascensión del santo mientras la fiera lame el espejo del lago, él hace enrojecer al sol de la dicha, él transfigura el rostro del monje en la vecindad del desnudo, el reinventa el jaguar que pace sobre la historia indoamericana, él vuela con las alas o con los brazos sobre cielos signados por los caprichos estelares de su paleta, él desentraña el misterio de la mujer vestida con una flor en el pelo que devora los frutos del edén perdido y recuperado y sopla sobre su alma. Tiene Jaime su propia mitología que se pasea del Olimpo a nuestra indiamenta, por aguas abisales con chicas asirenadas, y por naturalezas feraces de mamoncillos, experto se ve que es en el salto del ángel del jaguar sobre la vestal dormida, emanando morbos sutiles.Todo esto viene haciendo por más de 40 años Jaime Rendón, desde aquellos lejanos evos de la calle sesenta de Bogotá, donde los hippies desataron su imperio de lejanías, pasando por El Templo que elevaron detrás del Hilton, y desembocando en las riberas del río La Miel, donde se daban los hongos de la ventura. Allí veíamos a Jaime como un notario del milagro desplegado a los ojos de los incrédulos. Caminaba de la mano de su amada de por entonces y tal vez de siempre Tania Moreno, mujer de embrujos, porque lo que se amó una vez de verdad para qué se olvida. Siguió con su pintura pitando bellas, en paisajes similares al simbólico paraíso que porta en su alma, en acrílicos, acuarelas, grabados y dibujos, desentendido de la fama, de las galerías y representantes, imbuido en lo suyo que es entregarnos su corazón en la criba de lo fantástico.Hay que reconocer que Jaime ha contado con un promotor desde siempre, y es Fernando Guinard, quien a través de su Museo de Arte Erótico ha sostenido su imagen entre los viejos coleccionistas y aquellos que van llegando. Jaime no ha sido un pintor ni un amante de fama o de cama fácil, pero es un artista de culto entre quienes hemos asumido sus íconos, y un seductor inolvidable para aquellas que con sus polvos coloridos estampilló en sus cuadros como hamadríadas o como diosas. Creo que llegó el momento, Jaime Rendón, a partir de esta muestra ante los amigos, convocada por Jaime Ruiz, otro proveedor de milagros, de soltar amarras. Que tus cuadros comiencen a invadir salas y ámbitos, y nos sigan alucinando con esa realidad encantada.Has venido a visitarnos desde esa Panamá que habitas hace ya largos años y sabes que aquí tienes no solo a los amigos de farra e hijos deleite, sino vivas esas leyendas que construiste con los músculos del amor y con los del arte. Si decides quedarte nos darás nueva vida a quienes vivimos en la adoración de tu obra. Puedes andar tranquilo querido Jaime, desentenderte del tiempo que no has perdido, porque has andado siempre, no en busca de la Quimera, sino con la Quimera a cuestas en pos de ti mismo. Al que le toca comer mierda y aguanta con excelencia, termina cagando oro. O si no, preguntémosle a Botero y a García Márquez.

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