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Solidaridad, esperanza, ética y fe

Es el momento de la unidad, no de la división; es el momento de pensar que nos necesitamos mutuamente.

5 de abril de 2022 Por: Jorge Humberto Cadavid Pbro

Hemos descuidado y maltratado nuestros vínculos con nuestro Creador, con la creación y con las demás criaturas. La regeneración de la sociedad humana implica volver a respetar los límites, frenar la carrera por la riqueza y el poder, cuidar de aquellos que viven en la periferia. Esa es la gracia que se nos ofrece ahora, en esta Cuaresma y Semana Santa, saliendo del confinamiento que es la luz en medio de nuestras dificultades.

Es el momento de la esperanza, la solidaridad, la ética y la fe, esto es clave para lograr la regeneración, nos da tiempo para reacomodarnos en este momento presente y es el camino para escuchar el grito de la humanidad que sufre; para que los pobres, los indignados, sientan la mano fraterna de la esperanza y así recobren la confianza al encontrar otra vez su alma.

Es el momento de la unidad, no de la división; es el momento de pensar que nos necesitamos mutuamente. Es cierto que nos sentimos zarandeados, con dolor, impotencia e inclusive miedo, pero con esta crisis se nos ofrece la oportunidad también para salir mejores. Por eso, hay que aprender a escuchar y abrir los ojos a la realidad y dejarnos tocar por el sufrimiento, y así es como el hombre comprende lo que el Señor nos pide hoy, que no es otra cosa que una cultura de servicio, no de descarte, pero no podemos poner nuestra vida al servicio de los demás si no nos dejamos afectar por su realidad.

Es necesario que no nos dejemos engañar por las redes, o por quienes se mueven en ellas o las usan para ser los representantes de tres nefastas personalidades:

Del narcisismo, que es la cultura del espejo, donde el único importante soy yo, no hay otro. Son los falsos mesías y quieren hacer que todos giren a su alrededor y lo que no se parece no sirve. Lo único bueno es lo que les conviene, lo malo es lo que tiene el otro, y así quienes no están con lo suyo, se convierten en víctimas.

Existe también la actitud del desánimo, que lleva a la tristeza a quienes la sufren; son los que se quejan de todo, nada sirve, pero tampoco hacen nada para cambiarlo, todo es imposible, por eso para qué votar, etc., etc., terminan encerrándose.

Enseguida salta el pesimismo que es cerrarle la posibilidad a la esperanza, a la confianza, al futuro, así terminamos bloqueados, bloqueando la realidad y paralizando el futuro, que en el fondo es donde entra el ilusionador que con cantos de sirena nos aliena y nos engaña, y así tapándonos la realidad en vez de descubrirla y mostrarnos el camino de la verdadera disidencia que es fiel a las instituciones pero que nos ilumina el camino a donde podemos llegar y realizar el verdadero cambio.

Permítanme, ante tantas propuestas vagas, enmascaradas en el narcisismo de algunos líderes, el pesimismo de muchos ante tanta inseguridad y desconfianza en la política y en los políticos, y el desánimo ante la sordera en la que no se está escuchando el clamor de la humanidad y de un planeta enfermo, no nos dejemos ilusionar por los falsos profetas o mesías y escuchemos la voz de un verdadero profeta que nos pide que “creamos un movimiento popular que sepa que nos necesitamos mutuamente, que tenga sentido de responsabilidad por los demás y por el mundo. Que proclame la compasión como actitud de vida, que no le de miedo tener fe, y trabaje por el Bien Común, que además de la lucha por la libertad y la justicia, añada la fraternidad y así enfrentar los desafíos que tenemos por delante”, ideas del papa Francisco, en su libro ‘Soñemos juntos’.